Las recientes declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre la imposición de aranceles recíprocos, generan preocupación en economías emergentes de Sudamérica, África y el sur de Asia, que podrían enfrentar significativos desafíos económicos.

Impacto en economías emergentes

Según un análisis de Bloomberg Economics, estas regiones serían las más afectadas si Estados Unidos implementa aranceles recíprocos, debido a que aplican tasas más altas a las importaciones estadounidenses en comparación con las que EE.UU. impone a sus productos. La economista principal, Maeva Cousin, señala que estos aranceles «serían especialmente dolorosos para varias economías emergentes y menos desarrolladas».

La política de aranceles recíprocos busca equilibrar las tasas que otros países aplican a los productos estadounidenses, lo que podría traducirse en incrementos significativos en los costos de exportación para naciones que dependen en gran medida del mercado estadounidense.

Aunque Bolivia no es uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos, cualquier cambio en la política arancelaria estadounidense puede tener efectos indirectos en la economía boliviana. Por ejemplo, en 2016, las exportaciones bolivianas a Estados Unidos alcanzaron los 964,5 millones de dólares, destacando productos como la quinua y la castaña.

Perspectivas globales

La estrategia de aranceles recíprocos de Estados Unidos no solo podría generar tensiones comerciales a nivel global, sino que también amenaza con alterar profundamente las dinámicas del comercio internacional. Si otros países responden con medidas similares, podría desencadenarse una guerra comercial que impacte en la estabilidad de los mercados financieros y en la confianza de los inversionistas. Además, las cadenas de suministro globales, que dependen de un comercio fluido y predecible, podrían enfrentar disrupciones severas, afectando desde la industria manufacturera hasta el sector tecnológico.

Este escenario no solo impactaría a las economías emergentes, sino también a las grandes potencias que dependen de materias primas y productos intermedios provenientes de estas regiones. Una desaceleración del comercio internacional podría traducirse en menor crecimiento económico, reducción de empleo y aumento de la inflación en varios países.