La limitada disponibilidad de dólares en el mercado formal obliga a usar monedas alternativas, encarece costos y ralentiza la producción.
La prolongada escasez de dólares en Bolivia obliga a las empresas a adoptar estrategias cada vez más complejas para acceder a divisas. Ante la falta de disponibilidad en canales formales, recurren a pagos en euros o yuanes, compras en mercados paralelos o incluso transferencias desde bancos extranjeros. Estas medidas han impactado la producción, encarecido costos y restringido el crecimiento empresarial.
Desde finales de 2023, la disponibilidad de dólares en el sistema bancario se ha reducido drásticamente. Sectores como el farmacéutico han ajustado sus operaciones: importan mayores volúmenes por adelantado, renegocian créditos con proveedores, e incluso utilizan euros o yuans para asegurar el abastecimiento de materias primas esenciales. Sin embargo, estas soluciones no han resultado suficientes. Según el presidente de la Cámara Industrial Farmacéutica Boliviana, Javier Lupo, muchas empresas se ven obligadas a adquirir dólares en el mercado paralelo, a tasas que han llegado a superar los Bs 13 por dólar, frente al tipo oficial de Bs 6,96.
Sectores medianos y pequeños también sufren. Menores márgenes y sobrecostos operativos han llevado a la detención de algunos procesos productivos no esenciales como estrategia para enfrentar la crisis.. Incluso empresas importadoras formales recurren a compras en frontera o realizan pagos internacionales desde bancos en Chile para evitar impuestos en Bolivia, como el ITF (3 %) y el IVME (0,70 %).
Este escenario ha tensionado el aparato productivo nacional. Según economistas, la escasez de divisas limita las operaciones comerciales, retrasa importaciones necesarias y obliga a priorizar ciertos sectores frente a otros, reduciendo la competitividad.
Además, la crisis se enmarca en un contexto de reservas internacionales muy bajas—alrededor de USD 3.800 millones—que han provocado restricciones de importaciones y una escalada del mercado paralelo de divisas, con cotizaciones que duplican al tipo oficial.. El déficit comercial en el primer trimestre de 2025 alcanzó USD 434 millones, en medio de caídas del 8 % en exportaciones y del 12 % en importaciones.
Las implicaciones para el sector productivo son claras: encarecimiento de insumos importados, costos adicionales de logística y financiamiento, y menor capacidad de inversión y expansión. El turismo, el agroindustrial y la industria manufacturera son particularmente vulnerables a estas distorsiones.
Frente a esta realidad, la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia y autoridades han demandado políticas para normalizar el acceso a divisas. Economistas advierten que, sin reformas cambiarias o fiscales profundas, la brecha entre el tipo de cambio legal y el informal podría persistir o ampliarse, exacerbando la incertidumbre económica.
La escasez de dólares constituye un freno directo al aparato productivo boliviano. Empresas recurren a pagos fuera del país, ajustes operativos, y reducción de inversiones para mantenerse. Sin acceso estable a divisas, la economía privada enfrenta un escenario de menor producción, costos elevados e incertidumbre financiera. El reto para las autoridades será abordar esta restricción mediante políticas estructurales que restablezcan confianza, liquidez y estabilidad en el mercado cambiario.