El superávit de un billón de dólares refleja la creciente fuerza exportadora de China y podría aumentar las tensiones comerciales globales.
China, la segunda economía más grande del mundo, parece lista para registrar un superávit comercial sin precedentes de un billón de dólares en 2024. Esta cifra resulta del crecimiento sostenido en sectores de alta demanda global, como tecnología y manufactura avanzada, y plantea un desafío significativo para Estados Unidos, cuyo déficit comercial con China es una de las principales preocupaciones en la relación bilateral.
Según expertos en comercio internacional, el impresionante superávit de China se debe a la rápida recuperación de su sector manufacturero, que ha capturado una cuota aún mayor del mercado global a medida que la producción se traslada de países con costos más altos. Además, la situación se ve impulsada por políticas de incentivos a las exportaciones del gobierno chino, lo que ha permitido a sus productos ser competitivos en términos de precio y calidad.
Para Estados Unidos, esta expansión del superávit de China representa un golpe, especialmente en medio de las tensiones comerciales y la constante rivalidad por la hegemonía económica global. De hecho, Washington ha considerado implementar políticas adicionales de control y restricciones en sectores sensibles como la tecnología y la producción de semiconductores, con el fin de contrarrestar el flujo de productos chinos.
En Latinoamérica, el impacto de este fenómeno no pasa desapercibido. Muchos países, incluyendo a Bolivia, enfrentan el desafío de competir con productos chinos en el mercado interno y en exportaciones. Este panorama podría tener efectos económicos mixtos, si bien el acceso a productos chinos mantiene bajos los costos de importación, la creciente dependencia de insumos y bienes manufacturados desde China afecta la competitividad de los productos nacionales.