En el mes para concientizar sobre esta condición, se reflexiona sobre la realidad de las personas ostomizadas, que viven con una bolsa adaptada al cuerpo para poder evacuar orina o heces. El cuidado y gastos especiales que necesitan, se interrumpieron durante la crisis sanitaria, ante la urgente necesidad de insumos de bioseguridad y alimentación. Vivir
En el mes para concientizar sobre esta condición, se reflexiona sobre la realidad de las personas ostomizadas, que viven con una bolsa adaptada al cuerpo para poder evacuar orina o heces. El cuidado y gastos especiales que necesitan, se interrumpieron durante la crisis sanitaria, ante la urgente necesidad de insumos de bioseguridad y alimentación.
Vivir con una estoma digestivo, es una realidad compleja que viven hombres y mujeres, adultos y niños, del país; quienes en este periodo de pandemia se vieron ante mayores dificultades de las que habitualmente enfrentan, por su condición. Este grupo de personas vive con una bolsa adaptada a su cuerpo, tras someterse a una operación de abertura artificial para poder evacuar heces u orina, a raíz de diferentes causas como cáncer de colon, cáncer de recto, diverticulitis con peritonitis intensa, infartos intestinales, traumatismos graves, entre otros.
Dicha condición, requiere tratamiento y cuidado a diario, pues, por ejemplo, implica ajustar y cambiar regularmente la bolsa o dispositivo que contiene los residuos, cuidar la dieta y tratar posibles irritaciones en la zona. Durante la pandemia, algunos pacientes ostomizados no lograron continuar con estos cuidados especiales, ya que se vieron en la necesidad de priorizar y destinar su presupuesto a alimentación e insumos de bioseguridad para prevenir el coronavirus.
“Existen muchos casos conmovedores en esta época de pandemia, ya que los pacientes, además del habitual cuidado de la ostomía, tuvieron que cuidarse de no contraer COVID-19, como todo el resto de la población”, comenta el Dr. Alex Colque Mardin, coloproctólogo orureño. “En este mes que se concientiza sobre esta condición, es importante visibilizar las dificultades que ha enfrentado este grupo de la población y las necesidades que tienen”.
Un caso que refleja esta realidad, es el del señor I.T., de Oruro, que se vio afectado económicamente por la pandemia y tuvo que fabricar sus propias bolsas de colostomía, ya que el poco dinero que percibía, lo utilizó en alimentación, barbijos y alcohol para desinfección. Sumado a esto, la distancia de su domicilio al hospital es considerable, lo que ocasionó, que el paciente no acuda a sus controles, se aísle y se deprima.
“Felizmente cuando se habilitó el transporte nuevamente, retomamos contacto con él y poco a poco va mejorando su situación, ya que los insumos de bioseguridad también bajaron el costo y pudo acceder nuevamente a las bolsitas de colostomía”, añade el especialista.
En Bolivia no existen cifras actualizadas, por departamento, sobre la cantidad de pacientes ostomizados ni un porcentaje que permita saber si esta condición ha ido en aumento o ha disminuido en el país, según explica el médico. Para tener una idea, Colque ejemplifica con el caso de Oruro, ciudad que cuenta con el Club de Ostomizados, donde un 70% de los pacientes son hombres y un 30% mujeres. Este centro acoge a enfermos de la Caja Nacional de Salud, el Hospital General y clínicas particulares.
“El Club de Ostomizados de Oruro es impulsado por la línea BBRAUN de Droguería Inti S.A., nació hace dos años como un pequeño grupo de apoyo y la gestión pasada lo oficializamos como un centro de apoyo y cuidado. Invitamos a los pacientes que necesitan acompañamiento para tratar esta condición a comunicarse al teléfono: 25277782”, puntualiza Marco Antonio Torrico, Gerente de Unidad de Negocio de Droguería Inti S.A.