Presiones en alimentos y transporte elevan el IPC; analistas advierten impacto en consumo y costos empresariales
La inflación en Bolivia registró un incremento mensual de 1,71% en marzo de 2025, la variación más alta desde 1984, impulsada principalmente por el alza de precios en alimentos y transporte urbano. El dato, difundido por el Instituto Nacional de Estadística (INE), enciende alertas sobre los efectos inmediatos en el poder adquisitivo de los hogares y en las estructuras de costos del sector productivo.
Según el reporte oficial, los productos con mayor incidencia en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) fueron la carne de pollo (8,58%), el tomate (38,88%) y la cebolla (29,51%), rubros que también reflejan distorsiones en las cadenas de abastecimiento. A nivel interanual, la inflación acumulada en 2025 alcanza ya el 2,73%, una cifra que en apenas tres meses supera con creces la registrada en todo el primer semestre de 2024.
Factores estructurales y coyunturales presionan los precios
Economistas consultados coinciden en que el aumento responde a una combinación de factores internos y externos. “Estamos viendo los efectos de un encarecimiento en los costos logísticos, así como distorsiones propias del modelo de subvención que presionan ciertos sectores y generan escasez relativa en otros”, explica el economista Fernando Romero, especialista en política fiscal.
El transporte urbano y los servicios vinculados al comercio también registraron incrementos considerables, una señal de que el fenómeno inflacionario está alcanzando dimensiones más amplias que el solo encarecimiento de alimentos. La falta de ajustes en tarifas públicas en un contexto de mayores costos operativos comienza a trasladarse gradualmente a los consumidores, añaden expertos.
Impacto en el entorno empresarial y riesgos para el consumo
El repunte inflacionario genera incertidumbre en el ámbito empresarial, particularmente en el sector de bienes de consumo y alimentos. Las empresas se ven forzadas a revisar sus estructuras de precios y márgenes de ganancia, mientras que los consumidores adoptan estrategias defensivas, priorizando productos de primera necesidad. A nivel regional, el repunte inflacionario boliviano contrasta con la tendencia de moderación observada en algunas economías vecinas como Brasil y Paraguay. En el contexto latinoamericano, este fenómeno podría restar competitividad al país si no se implementan medidas efectivas de estabilización y control de costos logísticos.
Aunque el Gobierno aún no ha emitido un comunicado oficial sobre medidas puntuales frente al alza, desde el Ministerio de Economía se ha señalado en anteriores ocasiones que el alza de precios es temporal y que el país mantiene “una de las inflaciones más bajas de la región”. Sin embargo, los datos de marzo marcan un punto de inflexión que podría modificar las proyecciones macroeconómicas si la tendencia persiste en el segundo trimestre.