El subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Nigel Clarke, dijo tras reunirse con el presidente electo Rodrigo Paz que el organismo “está dispuesto a apoyar a Bolivia” en la implementación de reformas económicas. El pronunciamiento abre la puerta a asistencia técnica y diálogo sobre políticas para enfrentar la limitada liquidez externa, el déficit fiscal y la caída de ingresos por gas, desafíos identificados por el FMI en su última evaluación al país.
El 31 de octubre y 1 de noviembre de 2025, el presidente electo Rodrigo Paz sostuvo una serie de reuniones en Washington con autoridades de multilaterales; entre ellas se registró el encuentro con Nigel Clarke, subdirector gerente del FMI. Clarke calificó la reunión como “muy constructiva” y expresó en redes sociales la disposición del Fondo para acompañar a Bolivia en “aprovechar la oportunidad de impulsar reformas económicas en beneficio del pueblo boliviano”.
La declaración del FMI fue difundida por medios bolivianos y por mensajes públicos de las partes. No se anunció en Washington un programa financiero concreto ni compromisos de desembolso; la comunicación se centró en la voluntad de apoyar procesos de reforma y en la oferta de asistencia técnica.
El pronunciamiento del FMI ocurre en un momento de tensión macroeconómica para Bolivia. En su Informe de la Consulta del Artículo IV (2025) el organismo advirtió sobre una moderación del crecimiento, presiones en la balanza de pagos y un aumento del servicio de la deuda externa que reducen el margen de maniobra fiscal. Informes y análisis recientes también señalan que la producción de gas —principal fuente de divisas históricamente— ha disminuido, lo que contribuye a la escasez de dólares y a la fragilidad de las reservas.
Estos elementos explican por qué el gobierno electo ha buscado entablar diálogo con el FMI y otras multilaterales (BID, Banco Mundial y CAF): asegurar asistencia técnica, opciones de financiamiento y confianza de inversores internacionales mientras define su plan de estabilización y reformas.
Posibles ámbitos de cooperación y límites conocidos
La experiencia técnica del FMI suele concentrarse en políticas fiscales, sostenibilidad de deuda, manejo de reservas, diseño de programas de consolidación fiscal y recomendaciones sobre marcos monetarios y cambiarios. A nivel verificable, el organismo ha señalado en su reporte de 2025 la necesidad de medidas que restauren la sostenibilidad externa y fiscal. En ese marco, la oferta de “apoyo” referida por Nigel Clarke implica asistencia técnica y diálogo, no la firma automática de un acuerdo de financiamiento. Cualquier programa con respaldo financiero requeriría negociaciones formales, condiciones específicas, y la presentación de planes y metas por parte de las autoridades bolivianas.
Fuentes públicas consultadas muestran además que el acceso a programas del FMI suele requerir consensos técnicos y tiempo para la estructuración pasos que incluyen misiones, negociaciones y aprobaciones internas del Fondo; por tanto, el comunicado público no equivale a un acuerdo financiero inmediato.
Relevancia para Bolivia y para la región
Para Bolivia, la oferta de acompañamiento del FMI tiene efectos prácticos: podría facilitar asistencia técnica para diseñar medidas que estabilicen las finanzas públicas, mejorar la comunicación con mercados y multilaterales, y abrir ventanas de financiamiento más favorables si se avanza en reformas creíbles. A nivel regional, el involucramiento del Fondo en procesos de ajuste o estabilización en países andinos repercute en condiciones de crédito y en la percepción de riesgo soberano, factores importantes para el comercio, la inversión y la cooperación financiera entre países vecinos.
No obstante, la experiencia internacional muestra que la efectividad de cualquier apoyo dependerá de la claridad del plan presentado por Bolivia, de la velocidad en su implementación, y del grado de coordinación con otros socios financieros multilaterales.
La disposición pública del FMI para “apoyar” a Bolivia representa una señal positiva de apertura al diálogo técnico y de posibilidad de respaldo institucional. Dada la situación indicada en el Informe del Artículo IV, menor crecimiento, presión sobre reservas y retos fiscales,, el acompañamiento del Fondo puede ser útil para estructurar una hoja de ruta creíble que recupere confianza externa. Sin embargo, la traducción de esa disposición en recursos financieros o en mejoras sostenibles de la economía exige pasos concretos: un plan fiscal claro, medidas para restablecer liquidez externa y acuerdos que permitan transformar asistencia técnica en resultados tangibles. En términos prácticos, el impulso más inmediato es político y técnico; el calendario y la magnitud de cualquier apoyo financiero dependerán de las negociaciones formales y de la capacidad del gobierno para presentar metas verificables y cumplirlas.
																				



