El sector avícola enfrenta dificultades por la falta de dólares, lo que complica la importación de insumos clave como el maíz.
El reciente decreto que permite la importación de maíz con arancel cero ha sido recibido con escepticismo por los productores avícolas de Bolivia. Según representantes del sector, la falta de dólares disponibles en el mercado limita su capacidad para aprovechar esta medida, que en teoría debería aliviar los costos de producción. “No hacemos nada con un decreto que permita la importación si no tenemos acceso a divisas”, afirman los avicultores, quienes enfrentan una situación cada vez más complicada debido al aumento de costos de insumos clave como el maíz.
El problema no radica únicamente en los precios internacionales del maíz, sino en la dificultad que enfrentan los productores para acceder a las divisas necesarias para realizar las compras en el extranjero. Sin dólares para financiar las importaciones, los avicultores ven limitada su capacidad de compra, lo que a su vez impacta en la oferta local de productos avícolas. Esta reducción de la oferta podría derivar en un aumento de precios de productos básicos como el pollo y los huevos, afectando a los consumidores finales y generando un posible impacto inflacionario en el mercado local.
Además, la falta de acceso a dólares también afecta el flujo de inversiones en el sector, que se ha visto golpeado por la incertidumbre económica global. A pesar de que el gobierno ha implementado el decreto con el objetivo de reducir los costos de importación del maíz, los productores indican que esta medida no aborda el problema fundamental: la falta de divisas en el mercado. Sin una solución clara, los costos de producción seguirán al alza, lo que podría debilitar la competitividad de los productores nacionales frente a los importadores. Expertos en economía advierten que esta situación no solo afecta al sector avícola, sino que podría tener repercusiones más amplias en la cadena de suministro alimentaria. Un encarecimiento de los productos avícolas podría presionar aún más los precios de alimentos esenciales, lo que afectaría particularmente a los hogares de ingresos bajos y medios en Bolivia.