En medio de un escenario donde la inflación devora el poder adquisitivo y el combustible escasea, vendedores relatan cómo consumidores compran menos, forzando recortes de jornada y empleo. El mal desempeño del PIB está más ligado a restricciones estructurales que a la falta de voluntad del mercado.
Alzas dramáticas en alimentos, caída de ventas y paralización del flujo comercial
Vendedoras del mercado del antiguo Abasto, en Santa Cruz, reportan que productos como cebolla, zanahoria y pollo han duplicado su precio en semanas recientes. Una cebolla que antes costaba Bs 5, ahora se vende por Bs 10; la zanahoria pasó de Bs 4 a Bs 7. Los consumidores optan por cantidades mínimas o retroceder sus compras frente a esos incrementos, dicen los comerciantes entrevistados.
El alza no se atribuye al azar: los productores aseguran que el encarecimiento del diésel y los costos logísticos han empujado los precios de traslado muy al alza. En muchos casos los insumos agrícolas llegan tarde o con fuertes encarecimientos, lo que obliga a subir sus precios finales. El efecto inmediato: menos consumidores, menos movimiento comercial y caída pronunciada de las ventas.
Ese círculo viciado, costos mayores + poder de compra más débil, se traduce para analistas en un freno estructural al crecimiento económico. El economista Carlos Aranda explica que el desequilibrio fiscal, la falta de divisas y las restricciones a la exportación privada colocan un lastre sobre el aparato productivo y la demanda interna.
Óscar Mario Justiniano, presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz, afirma que la economía del país vive una “crisis profunda”. En sus palabras, la falta de dólares ha generado escasez de combustible, encarecimiento de importaciones y paralización de sectores productivos como la madera, cuya exportación cayó más del 50 %, no por falta de materia prima, sino por la imposibilidad de transportar insumos. Justiniano responsabiliza a decisiones políticas e ideológicas que no hicieron los ajustes técnicos a tiempo.
Por qué el PIB se estanca: no es un problema de demanda sino de costos y bloqueos
El fenómeno no puede explicarse sólo como enfriamiento de la demanda o efecto temporal. Las barreras estructurales, entre ellas la escasez de dólares, el desabastecimiento de combustibles, los insumos importados caros y las restricciones a las exportaciones, operan como “trabas sistémicas” que frenan cualquier posibilidad de crecimiento.
En ese contexto, la economía, aun cuando haya capacidad instalada, no puede operar con normalidad. Los productores que sí funcionan deben asumir márgenes reducidos, ajustar plantilla laboral o limitar producción. Quienes ya están al límite se retiran o suspenden operaciones.
Ese estancamiento se ve en los indicadores macro: mientras la inflación sigue subiendo y el tipo de cambio presiona, el PIB no logra recuperar impulso. Las medidas de estímulo pierden efecto si el costo del combustible y los insumos importados actúan como freno más poderoso que cualquier inyección monetaria.