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Riesgo alimentario en Bolivia: la ONU lanza una alerta ante la presión de la inflación y la crisis logística

  • En Pais
  • 17 de junio de 2025

El país figura en un listado de vigilancia global por su creciente vulnerabilidad alimentaria. Factores como la escasez de combustible, la inflación y los bloqueos afectan el acceso a alimentos e insumos esenciales.

Alerta internacional ante señales críticas en Bolivia

La Organización de las Naciones Unidas, a través de su más reciente reporte elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), ha colocado a Bolivia dentro de un grupo de países que requieren monitoreo urgente por riesgo creciente de inseguridad alimentaria aguda. La inclusión se basa en el deterioro económico nacional y una serie de eventos que han obstaculizado el normal funcionamiento del sistema agroalimentario boliviano.

Según el documento oficial “Hunger Hotspots” que son los Puntos críticos del hambre, Bolivia podría experimentar un aumento de la población en situación de inseguridad alimentaria moderada a severa entre junio y octubre de 2025 si no se abordan las causas estructurales de la crisis.

Factores que presionan el sistema alimentario

La economía boliviana enfrenta un escenario complejo marcado por la inflación acumulada, escasez de combustibles, caída en las reservas internacionales netas, contracción de exportaciones e incertidumbre política. A este panorama se suma el impacto de bloqueos prolongados, que dificultan la distribución de diésel y gasolina, lo que a su vez ha paralizado parcialmente campañas agrícolas como la siembra de soya y maíz en Santa Cruz, según reportes de la CAO y productores locales.

Esto genera una cadena de efectos adversos: menor producción, encarecimiento de los alimentos, debilitamiento del poder adquisitivo y desabastecimiento focalizado, especialmente en zonas rurales de bajos ingresos.

Impacto social: entre la inflación y el descontento

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el precio de productos clave como el tomate, la papa y el arroz ha mostrado alzas significativas en mercados urbanos. Aunque la inflación oficial acumulada al mes de mayo se mantiene en niveles moderados 0,91 % el encarecimiento de alimentos específicos en regiones vulnerables ha disparado la percepción de inseguridad alimentaria.

El estudio de la FAO y el PMA recalca que el acceso a alimentos no solo depende del volumen producido, sino también de la capacidad logística, la disponibilidad de divisas para importar insumos y la estabilidad política interna.

El Gobierno responde a la alerta

Ante la inclusión de Bolivia en el informe de «hotspots» de inseguridad alimentaria, la canciller Celinda Sosa aseguró que el país mantiene su soberanía alimentaria y que las autoridades están trabajando para garantizar el abastecimiento. Por su parte, el ministro de Economía, Marcelo Montenegro, sostuvo que los bloqueos sociales y la especulación de precios han agravado momentáneamente el acceso a productos, pero defendió la resiliencia del modelo económico.

No obstante, organismos como el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) y la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) han advertido que si no se estabiliza el suministro de combustible y no se reactivan las exportaciones agroindustriales, el escenario puede empeorar en el segundo semestre del año.

Un llamado a la prevención antes que a la emergencia

A diferencia de países como Haití o Sudán, Bolivia no ha sido clasificada en situación de «hambruna inminente», pero sí aparece en la lista de territorios donde una combinación de factores políticos, económicos y climáticos podría derivar en una crisis más profunda si no se aplican medidas correctivas a corto plazo. La FAO y el PMA recomiendan fortalecer las cadenas logísticas, garantizar el abastecimiento interno de combustibles y activar políticas focalizadas de subsidio alimentario para proteger a las poblaciones más vulnerables.

Bolivia enfrenta un momento crítico en términos de seguridad alimentaria, donde factores económicos, logísticos y sociales convergen en una tormenta perfecta. Si bien no se trata de una hambruna declarada, la inclusión del país en el informe de la ONU es un llamado preventivo contundente, que exige respuestas concretas y rápidas de parte del Estado, los sectores productivos y la cooperación internacional.