728 x 90

Producción en declive: Bolivia podría depender de importaciones de gas natural

Producción en declive: Bolivia podría depender de importaciones de gas natural

La disminución de la producción y el auge de la demanda interna cuestionan el futuro energético del país

El gas natural, históricamente uno de los principales motores económicos de Bolivia, enfrenta un panorama preocupante. La producción ha caído significativamente en los últimos años, mientras la demanda interna aumenta y las exportaciones disminuyen, situando al país en el umbral de convertirse en un importador neto de este recurso estratégico.

Durante décadas, el gas natural ha sido un pilar de la economía boliviana, representando un importante flujo de divisas y consolidando al país como un actor clave en la región. Sin embargo, la situación actual plantea serios desafíos. Entre 2014 y 2023, la producción de gas disminuyó en más del 50%, mientras que los contratos de exportación con mercados clave, como Brasil y Argentina, se renegociaron a volúmenes mucho menores.

Este declive productivo se debe, en gran parte, a la falta de inversión en exploración y desarrollo de nuevos campos. Según expertos, Bolivia necesita urgentemente modernizar su infraestructura energética y establecer políticas que fomenten la inversión extranjera en el sector. Sin ello, no solo se reducirán aún más los ingresos por exportaciones, sino que el mercado interno podría enfrentar escasez para cubrir su demanda creciente.

A nivel internacional, los mercados de gas se han vuelto más competitivos y volátiles. Países como Argentina, con su yacimiento de Vaca Muerta, han incrementado significativamente su capacidad de producción, desplazando a Bolivia en algunas negociaciones regionales. Además, las dinámicas globales, como la creciente demanda de gas natural licuado (GNL), han puesto presión sobre los países exportadores tradicionales. Para Bolivia, el impacto de esta crisis va más allá del sector energético. La dependencia del gas como fuente de divisas también afecta la estabilidad económica general, incluyendo la capacidad de sostener políticas sociales y controlar la inflación. A esto se suma la reciente escasez de divisas en el país, lo que ha dificultado la importación de combustibles y bienes esenciales.