Argentina y Brasil reconfiguran el mapa energético con Bolivia relegada al rol de tránsito, lo que limita sus ingresos por exportación y expone la fragilidad del sector hidrocarburos.
Las recientes decisiones energéticas de Argentina y Brasil consolidan a Bolivia como un país de tránsito en lugar de proveedor, debilitando los ingresos estatales por gas y generando una creciente dependencia del cobro por peajes, en un contexto de reservas menguantes y limitada inversión en exploración.
Bolivia pierde protagonismo en el comercio energético regional
Desde principios de 2025, Argentina comenzó a exportar gas natural hacia Brasil utilizando la infraestructura boliviana, gracias a un acuerdo entre TotalEnergies, YPFB y Matrix Energía. La medida marcó un giro estratégico que convierte a Bolivia en facilitador logístico, sin participar como proveedor directo del energético.
Esta situación se profundizó tras la finalización del contrato de venta de gas entre Bolivia y Argentina en septiembre de 2024. Desde entonces, Bolivia solo percibe ingresos por el transporte de gas —una fracción de lo que representaban las ventas directas—. El país pasó de recibir pagos por volúmenes exportados a ingresos limitados por el uso de su red de ductos.
Producción y reservas en declive limitan el margen de maniobra
La caída en las reservas probadas de gas, de 10,7 TCF en 2017 a 4,5 TCF a fines de 2023, evidencia la falta de inversión en exploración y desarrollo del sector. Este descenso limita la capacidad de negociación y abastecimiento de YPFB, mientras la demanda regional se redirecciona hacia Argentina y otras fuentes más competitivas.
El nuevo esquema prevé que el gas argentino pueda escalar de 2 millones de metros cúbicos diarios a 30 millones en cinco años, siempre que se ejecuten nuevas obras de infraestructura. Esto convierte a Bolivia en una ruta estratégica, pero cada vez más marginal en términos económicos.
Impacto fiscal y estratégico para el país
La transición a un rol secundario en la cadena de suministro de gas afecta directamente las finanzas públicas. El Estado ya no percibe divisas por exportación de gas a Argentina y enfrenta mayores presiones fiscales. Además, se debilita su influencia geopolítica como proveedor energético confiable en el Cono Sur.
El contexto actual exige una revisión profunda de la política energética, inversiones urgentes en exploración y una renegociación de los términos de transporte, para que Bolivia recupere margen de acción en un mercado cada vez más competitivo y diversificado.