Nuevos yacimientos de elementos estratégicos pueden posicionar al país en el mercado global de tecnología avanzada
Bolivia ha identificado recientemente significativos yacimientos de tierras raras en su territorio, elementos esenciales para la fabricación de tecnologías modernas como vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos. Este hallazgo podría transformar la economía nacional, diversificando sus ingresos y reduciendo la dependencia de minerales tradicionales.
Las tierras raras, un conjunto de 17 elementos químicos como el neodimio, el itrio y el escandio, son fundamentales en la producción de imanes para motores eléctricos, pantallas táctiles y sistemas de iluminación LED. Aunque su nombre sugiere escasez, estos elementos están presentes en la corteza terrestre, pero su extracción es compleja y costosa. Su demanda ha crecido exponencialmente en los últimos años debido a su papel en la transición energética y la tecnología avanzada.
Exploraciones en Bolivia revelan potencial significativo
Bolivia, tradicionalmente vinculada a la minería de estaño, zinc y litio, ha identificado más de 17 variedades de tierras raras en su territorio, con mayores concentraciones en los departamentos de Cochabamba, Potosí y Santa Cruz. Uno de los proyectos más prometedores es el de Manomó, en Santa Cruz, donde la Corporación Minera de Bolivia (Comibol) ha realizado exploraciones intensivas. Hasta 2023, se habían obtenido 850 muestras en el cerro Manomó y 799 en el Rincón del Tigre, confirmando la presencia de 18 minerales raros en la región. Además, en Cochabamba se han identificado depósitos de uranio y titanio, mientras que en San Luis, Potosí, se han detectado rastros de cobalto y cobre. Estos descubrimientos abren nuevas posibilidades para Bolivia, no solo en la extracción de estos elementos, sino en su potencial industrialización.
La explotación de tierras raras presenta desafíos significativos, incluyendo la necesidad de inversiones en infraestructura, tecnología y desarrollo de talento humano. Además, es crucial evitar la exportación de materia prima sin valor agregado, una trampa en la que Bolivia ha caído anteriormente con otros recursos minerales. La experiencia con el litio, donde la falta de industrialización ha limitado los beneficios económicos, sirve como lección para la gestión de las tierras raras.
El mercado global de tierras raras está dominado por China, que controla aproximadamente el 70% de la producción mundial. Este dominio ha llevado a otros países a buscar diversificar sus fuentes de suministro. Bolivia tiene la oportunidad de posicionarse como un proveedor alternativo si logra consolidar un modelo de extracción sostenible y competitivo.
Consideraciones ambientales y normativas
La extracción y procesamiento de tierras raras generan residuos altamente contaminantes, lo que ha llevado a muchos países a replantear sus estrategias. Para Bolivia, esto implica la necesidad de adoptar tecnologías limpias y regulaciones estrictas que minimicen el daño ambiental. La inversión en reciclaje de tierras raras también puede ser una alternativa viable, considerando que actualmente solo el 1% de estos materiales se recicla a nivel global.
Kadir Lanza, director de la carrera de Ingeniería Económica y Financiera de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), destaca la importancia de un marco normativo claro y predecible que garantice seguridad jurídica para incentivar la inversión privada en este sector. Además, sugiere diseñar incentivos fiscales y normativos flexibles para la exploración, explotación y refinamiento de tierras raras, impulsando la transferencia tecnológica y el desarrollo de capacidades locales.
Perspectivas futuras para Bolivia en el mercado de tierras raras
Bolivia tiene la posibilidad de convertirse en un actor relevante en el mercado de tierras raras, siempre que gestione sus recursos de manera eficiente y sostenible. La clave estará en cómo el país aborde la exploración, extracción e industrialización de estos elementos, asegurando que los beneficios sean equitativos y contribuyan al desarrollo económico nacional.
En un escenario donde la transición energética es una prioridad global, las tierras raras se perfilan como un recurso estratégico. Bolivia tiene la oportunidad de posicionarse en este nuevo contexto, siempre que logre superar los desafíos logísticos, ambientales y económicos que implica su explotación.