En agosto de 2025, la inflación interanual alcanzó el 24,2 % en Bolivia, una de las más altas de la región. El diagnóstico plantea urgencias para la política monetaria, la balanza de pagos y el bienestar de los hogares.
Según Bloomberg Línea, al cierre de agosto México reportó una inflación interanual del 3,6 %, Brasil del 5,1 % y Argentina de 33,6 %. En contraste, Bolivia acumuló una inflación interanual del 24,15 %, muy superior a las metas oficiales y que casi duplica la establecida por el Banco Central de Bolivia (7,5 %)
El INE reportó un alza del 1,01 % en el IPC mensual de agosto, acumulando 18,09 % de inflación en el año y un 24,15 % interanual. Alimentos y servicios fundamentales lideraron los aumentos, presionando el costo de vida y reduciendo el poder de compra de los hogares
Comparativa regional de inflación (agosto 2025)
Bolivia figura entre los países con mayores presiones inflacionarias en América Latina, solo superado por Argentina y muy distante de economías con inflación contenida, como México y Brasil.
El contexto de elevada inflación avanza en varias dimensiones: erosiona el ingreso real, especialmente en hogares de bajos recursos; encarece insumos productivos y alimentos, impactando márgenes empresariales; y limita la capacidad de ahorro. La baja liquidez en dólares y un tipo de cambio dual con un mercado paralelo más caro intensifican este panorama.
Desafíos para la política monetaria y fiscal
El Banco Central enfrenta el reto de moderar la inflación sin frenar el crecimiento económico. Las medidas monetarias, como alza de tasas, podrían dificultar la inversión y el consumo. A su vez, la presión sobre reservas y el déficit fiscal obligan a revisar subsidios y accesos al crédito sin generar presiones adicionales sobre los precios.
La inflación de agosto refuerza la urgencia de medidas integradas. Bolivia debe articular políticas fiscales, monetarias y de oferta que frenen la escalada de precios, diversifiquen su estructura productiva y fortalezcan la resiliencia del consumo. Sin un abordaje estructural, la pérdida de poder adquisitivo y la inestabilidad económico-social podrían prolongarse más allá de 2025.