Las recientes inundaciones y sequías en el departamento de Santa Cruz han generado pérdidas significativas en el sector agrícola, estimadas en más de $us 40 millones, según la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO). Los cultivos más afectados incluyen soya, maíz y sorgo, impactando principalmente a pequeños productores que enfrentan dificultades para cumplir con sus obligaciones financieras. ​

Impacto en la producción agrícola

La Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo reportó la pérdida de alrededor de 43.000 hectáreas de cultivos debido a condiciones climáticas adversas. De estas, 36.000 hectáreas corresponden a soya, 6.000 a maíz y 1.000 a sorgo. Las zonas más afectadas incluyen Pailón, Cuatro Cañadas, San Julián, Okinawa, Fernández Alonzo y San Pedro. ​

Respuesta del Gobierno y medidas de apoyo

El ministro de Desarrollo Rural y Tierras, informó que las inundaciones en Santa Cruz han anegado aproximadamente 18.000 hectáreas de cultivos de sorgo, girasol, trigo y caña. Además, las heladas en Chuquisaca, Cochabamba y Tarija afectaron 6.500 hectáreas adicionales. El Gobierno ha comprometido apoyo para la reactivación económica de los productores en la próxima campaña agrícola, reconociendo la dificultad de resembrar en pleno invierno. ​

Llamado a políticas preventivas y soluciones a largo plazo

Oscar Mario Justiniano, presidente de la CAO, ha señalado la necesidad de trabajar conjuntamente con los tres niveles de gobierno para implementar soluciones estratégicas y duraderas que prevengan futuros desastres. Ha enfatizado que la principal causa de las inundaciones es una gestión deficitaria en la canalización y manejo de aguas, lo que requiere una planificación adecuada y proyectos de infraestructura que mitiguen el impacto de fenómenos climáticos adversos.

La recurrencia de eventos climáticos extremos, como sequías e inundaciones, plantea desafíos significativos para la seguridad alimentaria y la estabilidad económica de Bolivia. Es imperativo fortalecer las políticas de gestión de riesgos y promover la resiliencia en el sector agrícola, asegurando que los productores, especialmente los pequeños, cuenten con las herramientas y el respaldo necesario para enfrentar estas adversidades.