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Ingenios arroceros con reservas críticas y cosecha incierta generan preocupación nacional

Ingenios arroceros con reservas críticas y cosecha incierta generan preocupación nacional

El 70% de la siembra avanza, pero ingenios reportan reservas críticas y prevén impacto en precios.

La siembra de arroz en Bolivia avanza con preocupación, mientras ingenios y productores alertan sobre la disminución de reservas, un posible desabastecimiento y el impacto en los costos para los consumidores. La producción de arroz, un alimento básico en la canasta familiar boliviana, enfrenta un panorama incierto. Según datos recientes, el 70% de la siembra de este cereal ha sido completada. Sin embargo, los productores advierten que la cosecha podría ser menor debido a factores climáticos y limitaciones logísticas.

El sector industrial no se queda atrás en sus preocupaciones. Apenas el 22% de los ingenios cuenta con arroz en stock, un nivel considerado crítico para garantizar el suministro regular al mercado interno. Representantes de los ingenios han manifestado su inquietud, señalando que, de no revertirse esta situación, podrían presentarse dificultades para abastecer la demanda local en los próximos meses. «Es fundamental que se tomen medidas inmediatas para garantizar la estabilidad del sector. Estamos ante una posible reducción de la oferta, lo que podría derivar en un aumento de precios que afectaría directamente al consumidor», declaró un vocero de la Asociación de Productores de Arroz.

A esto se suma la vigilancia activa de otros sectores productivos, que ya han anunciado medidas para proteger la continuidad de sus operaciones. Productores y asociaciones han solicitado apoyo gubernamental para asegurar recursos clave, como fertilizantes y maquinaria, que permitan optimizar la próxima cosecha.

Perspectiva económica

El arroz no solo es esencial en los hogares, sino también en el comercio interno. Un aumento sostenido en los precios podría tener un impacto inflacionario, afectando la capacidad adquisitiva de los bolivianos. En este contexto, las autoridades y el sector privado enfrentan un desafío conjunto: equilibrar la producción, el abastecimiento y los precios para evitar una crisis alimentaria. La próxima etapa de la cosecha será determinante para evaluar si Bolivia puede superar este obstáculo sin mayores consecuencias para su economía y sociedad.