Escasez de oferta, costos logísticos y presión externa impulsan la inflación en el sector cárnico
El precio de la carne en Bolivia ha experimentado un incremento sostenido en los últimos meses, impactando tanto a consumidores como a productores. Factores como la reducción de la oferta ganadera, el encarecimiento de los insumos y la presión del mercado internacional han provocado ajustes en los costos, afectando la competitividad del sector y el poder adquisitivo de la población.
El mercado cárnico boliviano enfrenta un escenario complejo, marcado por una menor disponibilidad de ganado y un aumento en los costos de producción. Desde julio de 2023 hasta enero de 2024, el sector ha reportado un incremento progresivo en los precios, situación que ha generado preocupación en la industria y el comercio.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la inflación interanual en Bolivia alcanzó un 5,19% en agosto de 2024, el nivel más alto registrado en casi una década. Este incremento ha sido impulsado principalmente por el alza en los precios de los alimentos, dentro de los cuales la carne ha tenido un peso significativo. Las condiciones climáticas adversas han sido un factor determinante en la reducción de la oferta ganadera. La sequía prolongada y los incendios forestales registrados entre septiembre y noviembre de 2023 han afectado la capacidad de engorde del ganado en regiones clave como Beni y Santa Cruz, reduciendo la disponibilidad de carne en el mercado interno.
Otro factor clave ha sido el encarecimiento de los insumos agropecuarios, especialmente el maíz y la soya, fundamentales para la alimentación del ganado y la producción avícola. Durante el último trimestre de 2023, los costos de estos insumos han registrado incrementos de entre el 10% y el 15%, impactando directamente en los costos operativos del sector cárnico.
A esta coyuntura se suma la creciente demanda externa. Entre enero y diciembre de 2023, la exportación de carne boliviana registró un crecimiento del 18%, principalmente hacia mercados asiáticos y países vecinos como Perú y Brasil. Si bien este fenómeno ha sido positivo para el sector exportador, ha generado una disminución en la oferta interna, lo que ha contribuido a la presión alcista sobre los precios.
Ante esta situación, el Gobierno ha anunciado medidas de control y fiscalización para evitar la especulación y garantizar el abastecimiento en los mercados locales. No obstante, representantes del sector ganadero han señalado que los problemas estructurales de producción requieren soluciones de largo plazo, como incentivos para la expansión de la ganadería, mayor inversión en infraestructura y una política de exportación más equilibrada. Los analistas advierten que, de mantenerse esta tendencia, los precios de la carne podrían seguir en aumento en el primer semestre de 2024. En este contexto, productores, empresarios y autoridades deberán coordinar estrategias para mitigar los efectos de esta coyuntura y garantizar la estabilidad del mercado interno.