El esquema de subvención garantiza acceso, pero complica la sostenibilidad macroeconómica.
Según datos de Bloomberg Línea publicados en junio, Bolivia se posiciona como el segundo país con la gasolina más barata de Latinoamérica, gracias a décadas de subsidios estatales que reducen los precios, aunque la carga fiscal sobre el presupuesto nacional se ha incrementado de forma notable
Subsidios mantienen precios bajos en surtidores
Global Petrol Prices informa que, al 9 de junio de 2025, el galón de gasolina en Bolivia se cotiza en US$2,05, un nivel claramente inferior al promedio regional de aproximadamente US$4,80 por galón. Solo Venezuela mantiene una tarifa más baja, aunque su sistema de subsidios y cupos limita el acceso según indicadores oficiales
La estructura de los precios en Bolivia se basa en una intervención estatal de largo plazo, que según especialistas del Colegio de Economistas de Tarija, ha permitido mantener el precio por debajo del costo internacional, sostenido por fondos públicos destinados a compensar la diferencia.
Carga fiscal significativa y variaciones cambiarias
El respaldo estatal no es gratuito. En 2024, Bolivia destinó alrededor de US$2.381 millones a subsidios de carburantes, y para 2025 el presupuesto previsto asciende a US$2.900 millones, según cifras del Colegio de Economistas de Tarija Este gasto representa un desafío para la sostenibilidad fiscal, especialmente frente a un déficit comercial hidrocarburífero que convierte al país en neto importador de combustibles.
Además, analistas como Luis Fernando Romero Torrejón señalan que las fluctuaciones del tipo de cambio paralelo, en contraste con el tipo de cambio oficial, profundizan los desequilibrios, al tiempo que generan distorsiones entre el precio efectivo y el sentido real del mercado
Riesgos y sostenibilidad del modelo
Expertos advierten que el esquema de subsidios actúa como un “cáncer” para la economía nacional: mantiene artificialmente bajos los precios al público, pero a costa de debilitar las finanzas públicas, limitar la inversión privada en infraestructura energética, y sostener una dependencia creciente de fuentes externas de combustible .
Además, en un entorno internacional donde el precio del petróleo ha registrado alzas por tensiones geopolíticas, los subsidios absorben variaciones que, de otro modo, podrían trasladarse a precios al consumidor, maquillando la volatilidad global.
Bolivia continúa manteniendo algunos de los precios de gasolina más bajos de América Latina, gracias a subsidios estatales de alto impacto fiscal. Si bien esto sostiene el bolsillo de los consumidores, también pone presión sobre las finanzas públicas, reduce incentivos para refinación local, y crea una dinámica de dependencia frente a los mercados cambiarios y del petróleo. En este contexto, cualquier decisión sobre subsidios exigirá un enfoque que equilibre eficiencia presupuestaria, seguridad energética y equidad social.