Productores del Beni y Santa Cruz advierten que la falta de combustible puede poner en riesgo el ciclo agrícola y comprometer la oferta nacional.
La producción de arroz corre peligro en Bolivia debido a la falta de diésel. Productores de Beni y Santa Cruz advierten que sin combustible no podrán preparar los suelos ni realizar siembras, lo que comprometería más de 150.000 hectáreas este año.
La emergencia del agro
Representantes del sector arrocero destacan que se requieren aproximadamente 27 millones de litros de diésel para asegurar las labores agrícolas. Hasta ahora, la disponibilidad insuficiente ha generado «momentos dramáticos» para quienes dependen de este insumo vital. El retraso en la siembra podría replicar el escenario de 2024, cuando ya se habían registrado pérdidas significativas por falta de combustible.
Sin acceso al combustible, los tractores y motobombas no pueden trabajar, y la humedad adecuada del suelo se pierde, lo que reduce el rendimiento esperado. Se calcula que alrededor de 150.000 hectáreas están en riesgo, lo que afectaría no solo la producción sino también la seguridad alimentaria nacional .
Impacto económico y alimentario
La situación tensiona la cadena de suministros del arroz, uno de los alimentos básicos del país. Si se pierde masa vegetal en esta campaña, los precios al consumidor podrían elevarse aún más, mientras la demanda de importaciones se intensificaría, encareciendo la canasta alimentaria y reduciendo el margen fiscal .
Además, la falta de diésel amenaza otros cultivos, como la soya y la caña, cuya cosecha también depende de maquinaria agrícola. Esta dependencia pone en evidencia la vulnerabilidad estructural del agro frente a limitaciones energéticas.
Urgencia de respuestas energéticas
Productores cuestionan que las autoridades aún no hayan garantizado un plan eficaz de distribución de diésel ni resuelto el acceso a créditos internacionales para su importación. La falta de medidas rápidas podría obligar a importar arroz, lo que incrementaría los subsidios estatales y elevaría el costo para el consumidor, un efecto que seguiría recayendo en el presupuesto nacional.
Sin un suministro oportuno de diésel, la campaña arrocera está en riesgo de colapsar, lo cual tendría efectos directos sobre precios, importaciones y seguridad alimentaria. El costo real de esta crisis se trasladará a todos los actores: campesinos, consumidores y al erario público.