A medida que se aproxima el cierre de 2024, economistas bolivianos expresan preocupación por las perspectivas económicas del país para el próximo año. Fernando Romero, presidente del Colegio de Economistas de Tarija, señala que Bolivia podría entrar en un período de estanflación en 2025, una situación que combina crecimiento económico lento, alta inflación y aumento del desempleo.

Según Romero, tras una recuperación económica post-pandemia con un crecimiento del 6,11% en 2021, Bolivia experimentó una desaceleración en 2022 con un crecimiento del 3,6%, y en 2023 apenas alcanzó el 3,08%. Para 2024, se estima un crecimiento optimista entre 1,5% y 2%. Esta tendencia sugiere que la economía boliviana ha entrado en un nuevo ciclo recesivo, incrementando el riesgo de estanflación.

La inflación ha mostrado signos preocupantes. En agosto de 2024, Bolivia registró una inflación anual del 5,19%, la más alta en casi una década, superando la meta del Banco Central del 3,6%. Este incremento se reflejó en el alza de precios de productos básicos como arroz, pollo y tomates, afectando directamente a los consumidores. El déficit fiscal es otro factor alarmante. Romero indica que, aunque se había programado un déficit del 7,8% del PIB para 2024, es probable que se cierre entre un 10% y 12%, marcando el duodécimo año consecutivo de déficit fiscal. Esta situación limita la capacidad del gobierno para invertir en proyectos públicos, afectando el crecimiento económico y la generación de empleo.

Además, la escasez de divisas ha generado problemas de solvencia y liquidez en las arcas estatales, aumentando el riesgo de una crisis de balanza de pagos. Esto podría derivar en una inflación descontrolada y una devaluación de la moneda nacional, con consecuencias negativas para la economía en general

Perspectivas para empresarios y  los consumidores

La posible estanflación en 2025 tendría implicaciones significativas para empresarios y consumidores en Bolivia. Un crecimiento económico limitado y una inflación elevada reducirían las oportunidades de inversión y la creación de empleo, mientras que el aumento de precios disminuiría el poder adquisitivo de los consumidores, incrementando la pobreza y la desigualdad.

Ante este panorama, expertos sugieren que el gobierno debería establecer alianzas estratégicas con el sector privado y otros actores económicos para implementar políticas que promuevan la estabilidad macroeconómica, controlen la inflación y fomenten el crecimiento sostenible. La adopción de medidas fiscales responsables y la promoción de inversiones productivas serán clave para evitar que la economía boliviana caiga en una estanflación prolongada.