Los proyectos solares, eólicos e hidroeléctricos ejecutados en Bolivia ya suman más de 700 megavatios de capacidad limpia operativa. Santa Cruz lidera la inversión con tres de los cuatro parques eólicos activos, consolidándose como eje energético eco-industrial.
La Empresa Nacional de Electricidad (ENDE) informó que Bolivia cuenta hoy con más de 700 MW de capacidad instalada procedente de energía solar, eólica e hidroeléctrica, un volumen inédito que marca un punto de inflexión en la transición energética nacional.
ENDE destaca que Santa Cruz alberga tres de los cuatro parques eólicos actualmente en operación, consolidando su papel como el corazón energético del país.
Solar a escala utility gana fuerza
En línea con este dinamismo, el sector empresarial y tecnológico está avanzando en proyectos fotovoltaicos a gran escala, que permiten conectar directamente al Sistema Interconectado Nacional. Estas iniciativas contribuyen no solo a absorber la energía excedente, sino también a mejorar la competitividad de industrias como la agroindustria, la manufactura y el transporte refrigerado.
La ubicación geográfica de Bolivia, con una de las radiaciones solares más altas de la región, favorece el despliegue de estos modelos industriales.
La expansión de la energía limpia genera múltiples beneficios: reducción de costos energéticos para grandes consumidores, alivio fiscal por menor dependencia de combustibles fósiles, y desarrollo de empleos verdes en regiones como Cochabamba, Oruro y Santa Cruz.
El crecimiento de esta infraestructura también abre una ventana a la financiación internacional, considerando que los mercados globales priorizan proyectos con impacto climático positivo y generación sostenible.
Desafíos para consolidar el modelo
Pese al progreso, la transición energética enfrenta retos operativos y regulatorios. Es necesario articular inversiones en el transporte eléctrico, ajustar tarifas para incentivar el consumo industrial renovable, y garantizar integraciones técnicas al Sistema Eléctrico Nacional. La consolidación depende de políticas públicas claras y colaboración público-privada.
Los más de 700 MW de energía limpia instalados suponen un hito para Bolivia, que avanza hacia una matriz más sostenible y diversificada. El liderazgo de Santa Cruz como polo energético renovable demuestra el potencial de la transición. Ahora queda convertir este impulso en un motor de desarrollo productivo, ambiental y energético a largo plazo.