La percepción de inestabilidad económica posiciona al país en niveles preocupantes, según indicadores regionales.
El riesgo país de Bolivia ha escalado hasta ocupar el segundo lugar más alto en América Latina, superado únicamente por Venezuela. Este indicador, que mide la percepción de confianza para la inversión extranjera y la capacidad de pago, refleja desafíos económicos y políticos críticos que demandan atención inmediata.
Bolivia se encuentra en el foco de atención económica regional al posicionarse como el segundo país con mayor riesgo país en América Latina, un indicador clave para evaluar la confianza de los mercados internacionales. Este índice, calculado a partir de la diferencia entre los bonos soberanos locales y los del Tesoro de Estados Unidos, actualmente sitúa al país en niveles alarmantes, según datos actualizados por EMBI.
El riesgo país, que en Bolivia ha mostrado una tendencia ascendente, refleja factores como la disminución de reservas internacionales, incertidumbre política y un déficit fiscal creciente. Esta combinación de elementos genera desconfianza en los inversionistas, encareciendo los costos de financiamiento externo y limitando el acceso a capitales internacionales, aspectos cruciales para el desarrollo económico. A nivel regional, Bolivia solo es superada por Venezuela, que lidera con un riesgo país históricamente alto debido a su crisis económica prolongada. En contraste, economías como México y Chile mantienen posiciones más sólidas, con índices considerablemente más bajos, lo que resalta la vulnerabilidad boliviana en el contexto latinoamericano.
Perspectivas y medidas necesarias
Un riesgo país elevado no solo dificulta las condiciones para atraer inversión extranjera, sino que también impacta en los costos de crédito para el gobierno y las empresas locales. Esto podría traducirse en una ralentización de proyectos de infraestructura y una menor capacidad para financiar iniciativas que promuevan el crecimiento económico.
Este contexto resalta la necesidad de diversificar estrategias y buscar nuevas oportunidades en mercados menos expuestos a riesgos. En paralelo, un enfoque gubernamental proactivo podría restaurar la confianza y, con ello, mejorar las condiciones para la inversión en el país.
Bolivia, con sus recursos naturales y potencial estratégico, tiene las herramientas para revertir esta situación, pero el tiempo para actuar es crítico. La posición actual en el ranking de riesgo país es un llamado de atención que no debe ignorarse.