El país cerró 2024 con una inflación del 9,97%, impulsada por desequilibrios estructurales, escasez de divisas y subsidios insostenibles, según análisis de Bloomberg y expertos económicos.
Bolivia, que durante años fue reconocida por su estabilidad macroeconómica y control inflacionario, enfrenta ahora una de las tasas de inflación más altas de América Latina. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el país cerró 2024 con una inflación acumulada del 9,97%, la más alta en 16 años. Este cambio drástico se atribuye a una combinación de factores estructurales y coyunturales que han debilitado el modelo económico boliviano.
De la estabilidad al desequilibrio: factores que impulsaron la inflación
Durante más de una década, Bolivia mantuvo una inflación controlada gracias a políticas de subsidios, un tipo de cambio fijo y un Estado con fuerte presencia en la economía. Sin embargo, en 2024, esta estrategia mostró signos de agotamiento. La dependencia de insumos importados, como alimentos, fertilizantes y combustibles, combinada con una escasez de divisas, encareció los costos de producción y distribución.
Además, la caída en las exportaciones de gas natural, que han disminuido a la mitad en la última década, redujo significativamente los ingresos del país, afectando las reservas internacionales y limitando la capacidad del gobierno para sostener subsidios y controlar el tipo de cambio. Esta situación ha generado presiones inflacionarias adicionales, especialmente en productos básicos de la canasta familiar.
La escasez de divisas ha llevado a la aparición de un mercado paralelo del dólar, encareciendo las importaciones y afectando la producción nacional. Además, la inflación ha erosionado el poder adquisitivo de los hogares bolivianos, aumentando la pobreza y la desigualdad. Economistas advierten que, sin reformas estructurales y una diversificación de la economía, Bolivia podría enfrentar una crisis económica más profunda.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta que la inflación en Bolivia se reducirá a 4,0% en 2025, ubicándose en el cuarto lugar de la región. Sin embargo, esta proyección depende de la implementación de políticas fiscales y monetarias prudentes, así como de la recuperación de los ingresos por exportaciones. La necesidad de reformas estructurales y una mayor transparencia en la gestión económica son fundamentales para restaurar la confianza y estabilizar la economía boliviana