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Bolivia acelera la adopción de billeteras móviles mientras profundiza proceso de inclusión financiera

  • En Pais
  • 29 de octubre de 2025
Bolivia acelera la adopción de billeteras móviles mientras profundiza proceso de inclusión financiera

El uso de billeteras móviles en Bolivia se ha triplicado desde 2021, alcanzando cerca del 46 % de la población. Este auge aparece entre los pocos puntos de dinamismo en un sistema financiero que aún afronta retos de acceso y uso, y plantea nuevas oportunidades para la economía digital del país.

Crecimiento significativo en pagos digitales

Datos recientes muestran que Bolivia registró uno de los mayores incrementos en usuarios de billeteras móviles de la región. Estudios del grupo Credicorp indican que el porcentaje de población boliviana que posee o utiliza aplicaciones de pago digital se elevó a aproximadamente 46 % en 2025, según un análisis del Índice de Inclusión Financiera (IIF).
Este crecimiento contrasta con el puntaje general de inclusión financiera del país, que se sitúa en torno a los 43 puntos sobre 100, según el mismo IIF. Si bien este nivel lo coloca en el último lugar del ranking de ocho países latinoamericanos medidos, el incremento en el uso de billeteras digitales resulta destacable.
El auge de estos instrumentos de pago responde a diversos factores: mayor penetración de internet móvil, reconocimiento internacional de soluciones locales, y la normativa del Banco Central de Bolivia que en 2023-2024 reforzó la interconectividad e interoperabilidad de los pagos electrónicos. El informe de estabilidad financiera del banco central refleja que las operaciones con instrumentos electrónicos de pago registraron un crecimiento notable, lo que permitió ampliar el acceso a zonas rurales y reducir costos de transacción.

Implicaciones económicas y para la innovación financiera

El incremento en la adopción de billeteras móviles tiene varios efectos relevantes para la economía boliviana. Primero, amplía la base de usuarios del sistema financiero formal, lo que puede reducir la informalidad y mejorar el canal de intermediación financiera. Segundo, facilita la digitalización de los pagos, lo que reduce costos operativos para empresas pequeñas y medianas que adoptan el comercio electrónico o formas de pago digital.
Tercero, desde la perspectiva de la economía digital, este avance abre la puerta a nuevos modelos de negocio fintech, remesas, microcréditos digitales y servicios financieros integrados, lo que podría incrementar la productividad del sistema económico al reducir fricciones. Dado que Bolivia enfrenta actualmente un crecimiento estructural bajo y limitaciones externas, la modernización del sistema de pagos y la inclusión financiera pueden aportar al aumento de la eficiencia y al fortalecimiento del entorno económico digital.
Por último, un sistema de pagos más moderno y accesible mejora la resiliencia del sistema financiero frente a choques externos, ya que reduce la dependencia del efectivo y facilita la trazabilidad de flujos, lo que resulta valioso para supervisión financiera e integración con mercados regionales.

Desafíos pendientes y prioridades políticas

A pesar de los avances, Bolivia mantiene importantes brechas en inclusión financiera. El hecho de que el país se ubique en el último lugar del ranking regional refleja que el acceso, el uso y la calidad percibida aún presentan importantes desafíos. Zonas rurales, mujeres, personas mayores y aquellos con menor nivel educativo siguen estando en desventaja.
Para consolidar el impacto económico del crecimiento de billeteras móviles, será necesario que las políticas públicas afiancen la educación financiera, mejoren la infraestructura digital en áreas remotas, promuevan interoperabilidad entre plataformas y fortalezcan la seguridad y regulación del ecosistema fintech. Asimismo, conectar esta inclusión financiera con estrategias de diversificación productiva permitirá que los servicios digitales no solo crezcan en volumen sino que apoyen el desarrollo económico real.
En conclusión, el rápido avance del pago digital en Bolivia representa un elemento positivo en su agenda económica. Pero para que tenga un efecto material sobre la productividad, el empleo y la diversificación económica, debe insertarse en un programa estratégico más amplio que incluya inversión, instituciones y acceso igualitario.