Bitcoin atraviesa una de sus peores crisis recientes, con una caída del 17% en 72 horas, alcanzando un mínimo de $14,900. Este desplome arrastró más de $150 mil millones del mercado global de criptomonedas, afectando severamente a países de América Latina, donde las criptodivisas son vistas como alternativas económicas en medio de la inflación.

Caída libre en cifras

En apenas tres días, Bitcoin perdió más del 20% de su valor, registrando su nivel más bajo desde noviembre de 2022. El mercado global de criptomonedas sufrió una contracción generalizada, con Ethereum retrocediendo un 14% y otras divisas como Solana y Dogecoin cayendo hasta un 25%.

Los analistas señalan que la causa principal son las crecientes regulaciones y liquidaciones masivas, con más de $4 mil millones en criptomonedas vendidos por grandes inversores en las últimas 48 horas. Además, la volatilidad se ha visto impulsada por la expectativa de tasas de interés más altas en Estados Unidos y Europa, lo que ha reducido el flujo de capital hacia activos de riesgo como Bitcoin.

“Las criptomonedas están entrando en una etapa de consolidación forzada, donde los proyectos débiles están siendo eliminados”, aseguró a Bloomberg un especialista en economía digital.

América Latina: terreno vulnerable

América Latina, que se ha destacado como uno de los mayores centros de adopción cripto en el mundo, sufre particularmente los efectos de esta caída. Según Chainalysis, la región generó transacciones por más de $500 mil millones en criptomonedas en 2023, con países como Brasil, Argentina y Venezuela liderando en volumen de operaciones.

En Brasil, la caída de precios impactó a las pequeñas empresas que adoptaron criptodivisas para escapar de la alta carga tributaria, mientras que en Argentina, donde la inflación supera el 120%, muchas familias ven cómo se evaporan sus ahorros en Bitcoin. Por otro lado, startups en países como México y Colombia, que basan sus modelos de negocio en blockchain, enfrentan dificultades para mantener operaciones debido a la contracción de liquidez.

En Bolivia, donde el uso de criptomonedas está prohibido, el impacto es menos visible pero no inexistente. A pesar de las restricciones, algunos usuarios en el país recurren a plataformas internacionales para invertir o realizar transacciones, exponiéndose a las oscilaciones de este mercado. Mientras tanto, la caída refuerza los argumentos de las autoridades bolivianas sobre los riesgos de la especulación cripto y la necesidad de adoptar un enfoque regulatorio firme.

El desplome del mercado cripto pone de manifiesto una dependencia creciente de factores macroeconómicos. Las futuras decisiones de la Reserva Federal en torno a las tasas de interés y la implementación de nuevas normativas en Estados Unidos y Europa definirán en gran medida la trayectoria del sector.