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Agroindustria en alerta: paralización productiva y presión inflacionaria por falta de diésel

Agroindustria en alerta: paralización productiva y presión inflacionaria por falta de diésel

La escasez de diésel amenaza la producción de alimentos y agudiza la inflación de productos básicos. Transportistas y productores denuncian paralización de cosechas y cadenas logísticas interrumpidas, elevando riesgos para la seguridad alimentaria y la estabilidad macroeconómica.

Productores y asociaciones agropecuarias advierten que la dramática escasez de diésel está provocando la paralización de sembradíos, cosechas y transporte de productos estratégicos. Las pérdidas se concentran en sectores como caña de azúcar, soya, maíz y carne, que dependen del suministro continuo de combustible para asegurar su operatividad.

La interrupción del transporte impacta directamente los precios: productores informan que, sin el reabastecimiento oportuno, los alimentos llegarán más caros al consumidor final debido a mayores costos logísticos y menor oferta disponible. La coyuntura se agrava en zonas rurales, donde los precios del diésel negro alcanzan hasta Bs 15 por litro, encareciendo la cadena productiva.

De la siembra a la mesa, el flujo está comprometido

La paralización del transporte también retrasa el traslado de insumos agrícolas como fertilizantes, semillas y maquinaria, lo que genera un efecto multiplicador negativo sobre la producción futura. La falta de combustible en la logística originó una caída en la productividad esperada, afectando los volúmenes cosechados y dificultando la movilización de alimentos, incluso dentro del país.

Sectores críticos como la agroindustria pierden competitividad. Con cadenas productivas interrumpidas, los costos de producción aumentan, la calidad del producto se deteriora y los tiempos de entrega se alargan, afectando tanto al mercado nacional como al externo.

Implicaciones macroeconómicas alarmantes

En una economía donde el agro constituye una pieza clave de generación de divisas y empleo, la paralización de operaciones amenaza la estabilidad económica. La caída en la actividad productiva reduce los ingresos fiscales por tributos y menor recaudación de exportaciones.

Por otro lado, el aumento de los precios de alimentos básicos alimenta la inflación, presionando el bolsillo del consumidor en un contexto ya marcado por el encarecimiento generalizado de la canasta básica.

La falta de diésel también ejerce presión cambiaria: al disminuir las exportaciones agrícolas, el país pierde fuentes de ingreso de divisas, restringiendo el acceso a dólares, que ya están disminuyendo en reservas internacionales.

Reacciones del sector y propuestas urgentes

Las asociaciones agropecuarias exigieron al Gobierno activar mecanismos para garantizar el abastecimiento de combustibles al agro, incluyendo la posibilidad de importar diésel de forma privada si el sistema oficial no puede cubrir la demanda.

El llamado es también a revisar las reservas divisas destinadas a importar combustibles críticos en una fase donde los incumplimientos logísticos afectan directamente la productividad nacional.

La crisis del diésel ha dejado de ser un problema temporal para convertirse en un riesgo sistémico. Interrumpe el ciclo agroindustrial, debilita la capacidad exportadora y presiona el nivel de precios internos. Los efectos se verán en el corto plazo: menos alimentos, menores ingresos y mayor presión inflacionaria. La necesidad de soluciones inmediatas y estructurales es clave para evitar un descalabro productivo con impacto en toda la economía boliviana.