Un repunte de la calidad del vino en las principales regiones productoras, como Francia, Alemania y España, y una proyección global de expansión de mercado podrían favorecer la internacionalización de los vinos bolivianos, que ya muestran avances en exportaciones, reconocimiento y volumen productivo.
Un buen año para el vino en el mundo: ¿qué está ocurriendo?
Según un análisis de Bloomberg Línea, 2025 es un año sorprendente para el vino: aunque los rendimientos han sido más bajos de lo habitual, la vendimia temprana, impulsada por olas de calor y cambio climático, ha permitido una cosecha con alto potencial cualitativo en regiones clave como Burdeos, el valle del Ródano, Alsacia y Alemania.
Este fenómeno ocurre en un contexto global de mercado en expansión. Según estudios de mercado, la industria vitivinícola podría crecer a una tasa anual compuesta de entre el 5 % y el 7 % en los próximos años, impulsada por la premiumización y nuevas ventas a través de canales digitales. Además, la demanda de vinos de calidad, orgánicos o con historia de terroir está creciendo, lo que abre espacio para productores emergentes con propuestas distintivas.
¿Qué significa para Bolivia? Riesgos y ventanas abiertas
Para Bolivia, este “impulso global del vino” puede actuar como una palanca para sus bodegas de altura. El país ya cuenta con más de 60 viñedos y su producción ha experimentado un crecimiento sustancial: entre 2021 y 2023 se prácticamente duplicó el volumen productivo. Además, Bolivia ha comenzado a exportar vino a Europa, y bodegas locales ya han logrado premios internacionales, lo que fortalece su reputación.
Con un mercado internacional que valora cada vez más los vinos de montaña o con historias únicas y con una creciente preferencia por productos premium, las bodegas bolivianas podrían acceder a nichos con márgenes superiores. Si Bolivia logra alinear su estrategia exportadora con estas tendencias, existe una oportunidad real para aumentar sus ingresos en divisas y diversificar su economía.
Sin embargo, no está exento de desafíos: los volúmenes actuales exportados son todavía muy bajos comparados con la producción total, y el consumo interno sigue dominando. Además, la logística, los costos de transporte y la certificación para mercados exigentes podrían limitar la escalabilidad de estas operaciones, especialmente si no se cuenta con políticas de apoyo y promoción internacional sostenida.
El escenario global vinícola favorable en 2025 podría ser una oportunidad estratégica para Bolivia: exportar más vino de calidad no solo ayudaría a diversificar las fuentes de ingreso, sino también a posicionar productos de altura en mercados exigentes. Para materializar ese potencial, se requiere una política vitivinícola coherente con incentivos a la calidad, apoyo logístico y promoción internacional. Si esos elementos se combinan bien, el “boom del vino” mundial no será solo un fenómeno para otras potencias, sino también una palanca para el crecimiento boliviano





