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De filas a flujo: cómo las cisternas devuelven ritmo a la economía boliviana

De filas a flujo: cómo las cisternas devuelven ritmo a la economía boliviana

El ingreso de cientos de cisternas con diésel y gasolina redujo drásticamente las filas en surtidores y acortó la espera por combustible de 2–3 días a apenas minutos en varias zonas productivas, ofreciendo un alivio inmediato al transporte y la logística. La medida genera efectos colaterales favorables para la actividad económica, aunque la fragilidad del stock obliga a mantener un plan sostenido de reposición.

Tras semanas de desabastecimiento, estaciones de servicio del eje troncal reportan normalización parcial en el suministro luego del arribo de alrededor de 300 cisternas con diésel y gasolina, lo que permitió disminuir considerablemente las filas y acelerar la carga de vehículos de transporte pesado y del transporte público. En puntos productivos de Santa Cruz la espera por diésel, que llegó a ser de 48 a 72 horas en días críticos, se redujo a tiempos de servicio que rondan los 15 minutos. El Gobierno informó que busca mantener un flujo diario entre 300 y 400 cisternas para estabilizar la oferta nacional, objetivo que busca compensar un stock que las autoridades describen como “frágil” —con apenas uno o dos días de cobertura efectiva frente a los 10–15 días que se consideran normales—. Esa vulnerabilidad explica por qué las mejoras recientes son sensibles a interrupciones logísticas o bloqueos fronterizos.

Los gremios del transporte, si bien reconocen el alivio inmediato, advierten que el volumen recibido aún no cubre la demanda total. Líderes del sector estiman que para eliminar filas y normalizar completamente la cadena logística se requiere un aumento sostenido del abastecimiento y una distribución eficiente hacia centros productivos y fronteras. La falta de combustible afectó con fuerza a la agroindustria, el transporte de carga y la distribución urbana, por lo que la mejora operativa tiene efectos multiplicadores en la economía real.

Análisis: qué puede generar la normalización del combustible
A corto plazo, la disponibilidad sostenida de diésel reduce costos operativos y tiempos de espera del transporte pesado, lo que se traduce en menores precios logísticos y menos interrupciones en cadenas de suministro agroindustriales y comerciales. Menos filas en surtidores también atenúan presiones inflacionarias transitorias ligadas a los costos de transporte de bienes. La readmisión de la capacidad operativa del transporte puede reactivar entregas pendientes y reducir pérdidas por producto no entregado.

En términos financieros y de reservas, disminuir la necesidad de compras de emergencia en mercados spot y lograr acuerdos logísticos previsibles puede optimizar el uso de divisas y limitar erogaciones extraordinarias. Un plan de reposición mensual y contratos estables con proveedores internacionales o regionales podrían reducir la volatilidad del suministro, aunque esto dependerá de la capacidad logística y la gestión aduanera.

A mediano plazo, asegurar el abastecimiento posibilita la recuperación de la producción agroexportadora en temporadas críticas, evita cuellos de botella en la cadena de tránsito internacional y mejora la confianza del sector privado para retomar inversiones postergadas por la incertidumbre del suministro. Para lograrlo, la política pública debe combinar la continuidad de importaciones (cisternas), mayor control del contrabando y transparencia en la distribución interna.
La llegada masiva de cisternas y la reducción inmediata de las filas es una victoria operativa que genera un efecto multiplicador positivo sobre la economía: reduce costos, reactiva logística y alivia presiones sobre precios. No obstante, la condición de fragilidad del stock obliga a convertir este alivio temporal en una estrategia sostenida. La clave será mantener flujos regulares de reposición, mejorar la distribución interna y cerrar vulnerabilidades en rutas de fugas o redes irregulares. Si el Gobierno y el sector privado articulan un plan logístico y financiero coherente, el impacto positivo actual puede transformarse en una mejora estructural para la competitividad y la estabilidad económica del país.