El indicador de riesgo país de Bolivia registró recientemente su mínimo del año, un síntoma de cambio en la percepción de los mercados que coincide con un descenso del dólar paralelo. Este doble viraje refleja expectativas de apertura económica y redefinición de la política internacional, aunque persisten los desafíos estructurales que condicionan la recuperación del país.
Un giro en la confianza financiera
El indicador de riesgo país elaborado por JPMorgan para Bolivia ha experimentado un descenso pronunciado en los últimos meses, situándose en torno a los 1.000 puntos, un nivel que no se había visto en el año en curso. Esta mejora coincide con una caída del dólar en el mercado informal, que pasó de cotizar por encima de los Bs 15–Bs 19 por USD a un rango más moderado, según reportes locales. Este nuevo escenario responde, en parte, a señales de normalización de relaciones internacionales y expectativas de mayor apertura económica.
El descenso del riesgo país implica que los inversores perciben un menor nivel de vulnerabilidad para Bolivia, lo que puede traducirse en un menor costo para acceder a financiamiento externo —un factor crítico en un país que enfrenta limitaciones de reservas de divisas y una brecha cambiaria muy amplia.
Al mismo tiempo, la desaceleración del dólar paralelo libera presión sobre los costos de importación, el nivel de precios y la competitividad del sector privado que depende de insumos externos.
Reservas, déficit y vulnerabilidad cambiaria
Según el International Monetary Fund (IMF), la economía boliviana moderó su crecimiento al 2,1 % en los primeros tres trimestres de 2024, afectada por la caída en la producción de hidrocarburos y un contexto externo menos favorable.
El informe advierte que las reservas internacionales utilizables “se acercan a cero”, lo que deja al país expuesto a choques externos. La persistencia de un tipo de cambio oficial fijo en Bs 6,96 por USD, frente a un dólar paralelo mucho más elevado, refleja una pérdida de credibilidad del sistema cambiario que ha sido ampliamente documentada.
Relaciones internacionales en juego
La mejora del riesgo país está también vinculada a expectativas de un nuevo ciclo de relaciones externas. Bolivia ha recurrido a operaciones como la emisión de deuda amparada en entregas futuras de oro para captar divisas y mitigar la escasez de dólares. Esto sugiere que el país busca anclar su financiación externa en instrumentos alternativos y negociar mejores condiciones.
Para el empresariado, esta señal de estabilización genera menores costes financieros y mayor predictibilidad; para los consumidores, la expectativa de menor presión cambiaria puede moderar los precios de bienes importados y contener la inflación.
La evolución reciente sitúa a Bolivia en un lugar más favorable dentro del contexto latinoamericano. Al avanzar hacia niveles de riesgo país más competitivos, el país refuerza su perfil frente a otros mercados emergentes de la región.
En el plano interno, una menor volatilidad cambiaria reduce uno de los principales factores de incertidumbre para las empresas que importan insumos o exportan productos. También incide positivamente en la conducta de ahorro e inversión, al reducirse el incentivo a refugiarse en activos alternativos ante depreciaciones abruptas.
Sin embargo, debe subrayarse que la estabilización no equivale a la resolución de problemas estructurales como el elevado déficit fiscal, la dependencia de recursos hidrocarburíferos y la escasa diversificación de la economía.





