Las ventas de hidrocarburos cayeron un 34,5 % hasta agosto frente a 2024, produciendo una pérdida de más de US$ 400 millones que exacerba el déficit comercial y pone en evidencia la necesidad de diversificar las fuentes de divisas.
Las exportaciones bolivianas de gas natural reportaron un valor de US$ 765,3 millones entre enero y agosto de 2025, frente a US$ 1.168 millones en el mismo período de 2024, lo que representa una caída del 34,5 % en ingresos. Esta caída de más de US$ 400 millones incide directamente en el deterioro del balance exterior nacional, dado que el sector hidrocarburo ha sido históricamente uno de los principales generadores de divisas para Bolivia.
Este descenso en las exportaciones de gas no solo reduce los ingresos del Estado, sino que debilita las reservas internacionales y limita la capacidad del país para importar insumos estratégicos, como bienes de capital y combustibles, cuya demanda es indispensable para los sectores productivos.
Factores técnicos y estructurales detrás del declive
La evidencia apunta a una combinación de elementos técnicos y estructurales como responsables de la caída exportadora. Campos gasíferos maduros, como San Alberto y Sábalo, muestran una caída de productividad que no ha podido ser compensada por nuevos proyectos. Asimismo, proyectos recientes como Margarita e Incahuasi no han alcanzado volúmenes suficientes para detener la tendencia descendente.
Por otro lado, la demanda externa se ha ajustado: Brasil y Argentina han modulado sus compras, influenciados por sus propias necesidades energéticas internas y ajustes presupuestarios. En el caso de Argentina, las exportaciones bolivianas hacia ese mercado finalizaron oficialmente en septiembre de 2024. Estos factores estructurales muestran que el modelo de dependencia en gas como principal fuente de divisas enfrenta límites crecientes en el contexto regional y global.
Consecuencias macroeconómicas y desafíos urgentes
La retracción en los ingresos por gas agrava el déficit comercial, que hasta agosto alcanzó un monto cercano a US$ 580 millones, resultado de una caída del 2,9 % en las exportaciones totales frente al descenso del 4,6 % en importaciones durante el mismo periodo. Este desequilibrio obliga al país a recurrir a reservas o financiamiento externo para cubrir el gap.
A mediano plazo, persistir en un modelo exportador centrado en hidrocarburos sin diversificación implica estancamiento económico y mayor vulnerabilidad ante fluctuaciones internacionales en precios energéticos. Bolivia se enfrenta al desafío de estimular otros sectores exportadores, minerales, agroindustria, manufactura, que puedan compensar la caída del gas.
Para mitigar el impacto, será imprescindible fortalecer la inversión en exploración de nuevos yacimientos, optimizar la operación de los existentes y acelerar proyectos que añadan valor al gas y a otros recursos naturales. Al mismo tiempo, diseñar políticas de estabilidad cambiaria y atraer inversión extranjera serán condiciones necesarias para amortiguar el choque.