Bolivia exportó US$ 19,6 millones en carbonato de litio entre enero y agosto de 2025, cifra que representa un crecimiento del 1.145,6 % frente al mismo período de 2024, superando los ingresos de 2024 y 2023 y acercándose al récord histórico del país.
Un salto inédito en las ventas de litio
Hasta agosto de 2025, las exportaciones de carbonato de litio de Bolivia totalizaron US$ 19,6 millones, según un informe de la Agencia Boliviana de Información (ABI). Este valor representa una expansión interanual del 1.145,6 % respecto a los US$ 6 millones exportados en el mismo periodo de 2024.
Las ventas acumuladas a agosto de 2025 ya superan los ingresos completos de las gestiones 2024 y 2023, que alcanzaron US$ 15,6 millones y US$ 14,6 millones, respectivamente. No obstante, la cifra aún queda por debajo del récord histórico de US$ 37,8 millones registrado en 2022 para exportaciones de litio.
Producción industrial concentrada y capacidad instalada
La Planta Industrial de Carbonato de Litio ubicada en Colcha K (Potosí) es la instalación responsable de estas exportaciones. Fue inaugurada oficialmente a fines de 2023 y cuenta con una capacidad nominal de 15.000 toneladas métricas por año. En su etapa de arranque, hasta diciembre de 2024 produjo 1.474,53 toneladas métricas, cifra pequeña frente al potencial total.
Ese desfase entre capacidad instalada y producción efectiva muestra que la planta aún opera en niveles muy por debajo de su potencial. Las razones señaladas por expertos y medios incluyen limitaciones en materia prima (salmuera), operación técnica y eficiencia.
Relevancia para Bolivia y el futuro del litio
Este crecimiento extraordinario en exportaciones refuerza la posición de Bolivia como actor emergente en el mercado global del litio. El producto exportado, el carbonato de litio, es fundamental para la producción de baterías, en especial en industrias de vehículos eléctricos y almacenamiento energético.
El salto en ventas puede generar mayores ingresos en dólares, atraer inversiones al sector y respaldar políticas de industrialización en cadena. Sin embargo, el desafío inmediato es convertir este impulso en crecimiento sostenible: ampliar la producción, optimizar procesos, garantizar calidad, fortalecer logística y asegurar estabilidad institucional para que los capitales fluyan y el país mantenga competitividad en los mercados internacionales.