En América Latina, varios bancos centrales se alinean a la tendencia global de diversificación de reservas: menos dólar y más oro. Según Deutsche Bank, la participación del dólar cayó del 58 % en 2015 al 43 % en 2024, mientras el oro casi duplicó su peso hasta el 19 %.
El informe de Deutsche Bank, citado por Bloomberg Línea, destaca un cambio estructural en la composición de las reservas internacionales. A nivel global, el dólar retrocedió del 58 % al 43 % en menos de una década, mientras el oro pasó de 9 % a 19 %.
En América Latina, este fenómeno ha cobrado fuerza en países como Brasil y México, que han reforzado sus tenencias en oro como colchón frente a la volatilidad de los mercados y la dependencia histórica del dólar. De acuerdo con cifras de los propios bancos centrales, Brasil supera las 130 toneladas de oro en reservas, mientras que México mantiene alrededor de 120 toneladas, consolidándose entre los mayores tenedores de la región.
Riesgos cambiarios y lecciones recientes
La inclinación hacia el oro responde a dos realidades. Por un lado, la fortaleza intermitente del dólar, que en los últimos años ha presionado las monedas latinoamericanas, desde el peso argentino hasta el real brasileño. Por otro, la memoria de crisis financieras como la devaluación de Argentina en 2018 o los episodios de alta inflación en Venezuela que dejaron en evidencia la vulnerabilidad de depender casi exclusivamente de activos en dólares.
El oro, en contraste, ofrece un refugio no sujeto a decisiones de política monetaria de Estados Unidos, lo que lo convierte en una herramienta estratégica para economías emergentes.
Estrategias divergentes en la región
Mientras algunos países amplían sus reservas de oro, otros continúan con alta exposición al dólar. Bolivia, por ejemplo, mantiene gran parte de sus reservas en dólares y enfrenta restricciones de liquidez. En contraste, Perú y Colombia han optado por diversificar gradualmente, aunque sin realizar compras masivas de oro. La Encuesta de Reservas de 2024 citada por Deutsche Bank revela que un 43 % de los bancos centrales del mundo planea aumentar sus reservas en oro. En América, esta proporción podría ser mayor, considerando la volatilidad política y financiera que enfrenta la región.
El fortalecimiento del oro en las reservas no es solo un ajuste contable: puede marcar un cambio de paradigma en la política monetaria regional. Una mayor acumulación de oro podría mitigar riesgos de fuga de capitales, mejorar la confianza de inversionistas y reducir la exposición a sanciones o movimientos unilaterales del dólar.
No obstante, la estrategia conlleva desafíos: el oro no genera intereses, exige altos costos de custodia y es menos líquido que los activos en divisas. Aun así, para los bancos centrales latinoamericanos, la diversificación aparece cada vez menos como una opción y más como una necesidad.




