Minerales, finanzas y servicios lideraron el crecimiento en un año marcado por crisis productiva y retrasos en la cadena logística.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la economía boliviana creció apenas 0,73 % en 2024, lo que lo convierte en el tercer registro más bajo desde 1981, excluyendo la caída del −8,7 % en 2020 vinculada a la pandemia. Este desempeño quedó muy por debajo de la meta anual del Gobierno del 3,71 %
Durante los primeros nueve meses del año se observó un crecimiento acumulado cercano al 2,0 %, pero ese avance se revirtió en el cuarto trimestre con una contracción de −2,60 %, lo que arrastró al PIB anual al nivel mencionado. El crecimiento nominal reflejó una expansión del producto total hasta los USD 46.967 millones, cifra reportada por diversos medios como El Periódico y Economy.com.bo y confirmada con bases estadísticas del INE.
Sectores con mejor y peor desempeño
Las actividades que más aportaron al leve crecimiento fueron las vinculadas a minerales metálicos y no metálicos, que aumentaron 4,72 % gracias al impulso en la producción de zinc (5,39 %). También destacaron los servicios, con un alza del 4,50 %, especialmente en hotelería y servicios personales. El sector financiero creció cerca de 5,27 %, favorecido por mayor dinamismo en operaciones en moneda extranjera. En cambio, los servicios públicos mostraron una reducción de −0,69 % y el sector de hidrocarburos sufrió una caída del −13,41 %, como consecuencia de la menor extracción de gas y petróleo.
INE atribuye la desaceleración a bloqueos sociales que paralizaron la logística, incrementaron la escasez de insumos y cortaron cadenas productivas. Estos conflictos afectaron sectores clave como transporte, agroindustria y manufactura en varios trimestres. Además, una sequía redujo cosechas industriales como la soya, impactando la producción de derivados (aceite, harina), lo que arrastró la actividad agrícola-industrial.
Implicancias financieras y proyecciones
El crecimiento real obtenido representa apenas entre el 20 % y el 50 % de los pronósticos del FMI y el Banco Mundial para 2024, que estimaban un avance de entre 1,4 % y 1,6 %. Con un entorno interno adverso y metas incumplidas, se espera que 2025 repita un desempeño modesto, salvo que haya estabilidad política, reactivación de inversiones y mejoras en sectores como energía, agroindustria y minería.
Bolivia concluyó 2024 con un crecimiento real del 0,73 %, uno de los más bajos desde los años ochenta, y un producto nominal de USD 46.967 millones. Bloqueos sociales, caída en hidrocarburos y sequía agrícola limitaron la capacidad del país para alcanzar las metas establecidas. Revertir esta situación exigirá reformas sectoriales, impulso a inversiones y control de conflictos internos para recuperar dinamismo económico.