La caída de la producción gasífera obliga al país a replantear su modelo energético para garantizar abastecimiento y estabilidad económica.
Caída de producción pone en alerta al sistema energético nacional
La producción de gas natural en Bolivia ha disminuido de forma sostenida durante los últimos años, generando una creciente brecha entre la oferta local y la demanda interna y externa. Según un análisis de la Fundación Jubileo, de mantenerse esta tendencia, el país requerirá importar energía por un valor aproximado de USD 3.000 millones anuales, o, en su defecto, encontrar nuevas reservas a gran escala para evitar riesgos de desabastecimiento y presiones sobre las cuentas nacionales.
El informe técnico sostiene que sería necesario hallar al menos tres nuevos megacampos gasíferos con producción significativa para compensar el actual ritmo de declive en los principales yacimientos operativos.
Finanzas y balanza comercial bajo presión por importaciones energéticas
Actualmente, Bolivia ya se ve obligada a importar grandes volúmenes de combustibles líquidos, lo que representa una carga creciente para las finanzas públicas. De no revertirse esta situación mediante nuevos descubrimientos o eficiencias operativas, el país podría enfrentar mayores déficits fiscales y un impacto negativo sobre sus reservas internacionales netas.
Además, la reducción en la exportación de gas compromete uno de los pilares del ingreso externo, afectando tanto la balanza comercial como la disponibilidad de divisas. Esta situación también ha generado un incremento de los costos logísticos y operativos para sectores industriales y de transporte que dependen del suministro energético continuo.
Necesidad de una transformación estructural en el modelo energético
El informe enfatiza que el desafío energético no es coyuntural, sino estructural, y demanda medidas sostenidas que prioricen la exploración, modernización de infraestructuras y optimización del consumo interno. La dependencia creciente de combustibles importados puede aumentar la vulnerabilidad del sistema económico en caso de shocks externos de precios o interrupciones en la cadena de suministros.
El análisis concluye que se requiere una estrategia clara y técnica, que permita encarar con eficacia este escenario de alta exigencia, tanto desde el punto de vista de la seguridad energética como de la sostenibilidad macroeconómica.
La evolución de la industria gasífera será determinante para la estabilidad económica de Bolivia en los próximos años. El país enfrenta una disyuntiva entre aumentar sus capacidades exploratorias o asumir una dependencia prolongada de importaciones con alto costo fiscal. El manejo técnico de esta transición energética será clave para preservar el equilibrio económico.