Bancos centrales impulsan su compra de oro, reconfigurando las reservas y reduciendo la dependencia del dólar.
En el primer semestre de 2025, el oro se ha posicionado como el refugio financiero de referencia, superando incluso al franco suizo, el yen japonés y los bonos soberanos, gracias a un aumento destacado en su cotización y una tendencia global acelerada de adquisición por parte de bancos centrales.
La onza troy de oro escaló un 25,9 % durante el semestre, pasando de cerca de US$ 2.624 a US$ 3.303, mientras el franco suizo avanzó alrededor del 14,4 % y el yen solo un 9,1 % Este comportamiento no solo refleja la búsqueda de activos seguros, sino una realineación profunda en las reservas globales.
Gran parte de esta demanda proviene de los bancos centrales. Según una encuesta del World Gold Council, el 43 % prevé aumentar sus reservas en los próximos 12 meses, y el 95 % espera mantenerlas o incrementarlas aún más. El Foro OMFIF encuentra tendencias parecidas: el 32 % planea mayores tenencias en los próximos dos años.
La monetización del oro busca reducir la dependencia del dólar y protegerse frente a riesgos geopolíticos e inflacionarios. Analistas coinciden en que esto responde al desgaste de la confianza en monedas fiat tras las emisiones masivas de deuda tras 2008. La reciente crisis en Medio Oriente ha reforzado su atractivo, ya que los conflictos suelen elevar su uso como protección económica.
Desde el punto de vista técnico, instituciones como Bank of America proyectan que el oro podría llegar a US$ 3.500 en el tercer trimestre de 2025 e incluso alcanzar US$ 4.000 en 2026, siempre que persista la incertidumbre global.
Este escenario tiene varias implicancias para América Latina. Con una diversificación de reservas, los bancos centrales regionales —como Brasil y México, que ya poseen importantes tenencias auríferas— fortalecen su resiliencia frente a choques externos. Si bien Bolivia no está entre los mayores acumuladores, la tendencia global incentiva una mayor atención a la robustez de sus propias reservas.
Para el inversor y el empresario regional, el auge del oro implica reconsiderar estrategias. Ya no es suficiente confiar solo en monedas tradicionales; diversificar hacia activos reales como el oro puede ofrecer cobertura efectiva ante la incertidumbre. En mercados con alta inflación o sensación de riesgo bancario, contar con un refugio tangible resulta clave.
El oro se consolida en 2025 como el principal activo refugio. Con un rendimiento intersemestral superior al 25 %, una fuerte demanda institucional y una reevaluación estratégica de reservas, el metal redefine la gestión del riesgo global. Para los responsables de finanzas y reservas, representa hoy una pieza esencial en la construcción de estabilidad y confianza frente a un escenario económico incierto.