Bolivia permanece como la única economía sudamericana de ingreso medio bajo, lo que refleja rezagos estructurales y presión fiscal creciente.
América Latina vuelve a mostrar su desigual avance económico. La nueva clasificación del Banco Mundial, publicada este julio, revela que Costa Rica alcanzó por primera vez el estatus de país de ingreso alto, al superar el umbral de US$ 13.846 de ingreso nacional bruto (INB) per cápita. Con esta inclusión, se suma a Uruguay, Chile, Panamá y Guyana, consolidando un pequeño bloque de países con mayor capacidad adquisitiva y entorno fiscal más estable.
El resto de la región se mantiene, en su mayoría, en la categoría de ingreso medio alto (entre US$ 4.466 y US$ 13.845), donde se ubican potencias como México, Brasil, Argentina, Colombia y Perú. Sin embargo, el contraste más marcado lo representa Bolivia, que continúa como la única economía sudamericana clasificada como ingreso medio bajo, con un INB per cápita inferior a los US$ 4.466.
Desempeño bajo presión
El hecho de que Bolivia se mantenga por tercer año consecutivo en este rango refleja la persistencia de desafíos estructurales: baja productividad, fuerte dependencia de las exportaciones de materias primas, informalidad laboral extendida y un entorno de inversión frágil. Además, la presión fiscal ha aumentado con el deterioro de las reservas internacionales netas y las mayores obligaciones externas.
Este rezago tiene implicancias directas. Países en esta categoría enfrentan mayores barreras para acceder a financiamiento internacional en condiciones preferenciales, menos capacidad de atraer inversión extranjera directa de alto valor agregado y una menor elasticidad para responder a choques externos, como los provocados por el alza de tasas globales o las disrupciones logísticas.
Según el propio Banco Mundial, el cambio de categoría no responde a políticas de corto plazo, sino a transformaciones estructurales sostenidas. En el caso de Costa Rica, el ascenso refleja una década de avances en educación, innovación tecnológica, estabilidad macroeconómica y apertura comercial. Bolivia, en contraste, ha mostrado estancamiento en el crecimiento per cápita, afectado por la ralentización de las exportaciones de gas, el aumento del gasto corriente y la persistente informalidad.
Más allá del ránking, la clasificación sirve como termómetro para medir la capacidad de los países de avanzar en inclusión económica y sostenibilidad fiscal. El escenario impone a Bolivia la necesidad de replantear su modelo productivo y fiscal, en un contexto donde la región avanza de forma dispar