Estados Unidos, Bélgica y Francia lideran la compra de grano sin tostar, elevando la visibilidad del café boliviano en el exterior.
En lo que va de 2025, el café boliviano ha reafirmado su capacidad para competir en mercados internacionales de alto estándar. Entre enero y abril, las exportaciones superaron los 5 millones de dólares, una cifra que refleja el creciente interés por la calidad del grano nacional en destinos como Estados Unidos, Bélgica y Francia. Estos tres países concentran más del 67 % del volumen exportado, lo que revela una consolidación en mercados con elevado poder adquisitivo y preferencia por cafés especiales.
El producto más demandado continúa siendo el café sin tostar y sin descafeinar, que representa casi la totalidad de los envíos. Esta categoría responde al interés de tostadores internacionales por adquirir granos con características únicas, como origen controlado, cultivo a gran altitud y prácticas sostenibles. En este contexto, Bolivia ha logrado posicionarse como un proveedor confiable, especialmente en segmentos gourmet y de comercio justo.
A lo largo de la última década, Bolivia ha exportado más de 17.000 toneladas de café, generando ingresos que superan los 108 millones de dólares. El desempeño más alto se registró en 2022, cuando se exportaron 2.500 toneladas por un valor aproximado de 16 millones de dólares. Estas cifras muestran un crecimiento estable y un reconocimiento progresivo del café nacional como producto de valor en el comercio internacional.
Los principales centros de producción, ubicados en zonas como Caranavi y los Yungas, han sostenido esta expansión gracias a un modelo basado en pequeños productores, cooperativas y asociaciones que priorizan la calidad sobre el volumen. Este enfoque, respaldado por instituciones como el IBCE y el INE, ha permitido al sector mantener una curva de crecimiento, a pesar de los desafíos logísticos, las limitaciones cambiarias y la necesidad de mayor inversión en tecnología poscosecha.
El avance del café como producto exportador también plantea nuevas oportunidades. La demanda internacional por cafés de origen sigue creciendo, lo que abre la posibilidad de diversificar mercados hacia regiones como Asia o Escandinavia. A su vez, el fortalecimiento de la cadena logística y el acceso a certificaciones especializadas pueden aumentar el valor por tonelada exportada y atraer alianzas estratégicas con compradores internacionales.
El impulso del café boliviano no solo representa un ingreso relevante para la balanza comercial, sino que también se convierte en una plataforma para proyectar la imagen del país en nichos de alto valor. Para el empresariado y los productores, se trata de un momento clave para redoblar esfuerzos en calidad, diferenciación y posicionamiento internacional.