El spread regional disminuye, pero países como Ecuador y Argentina lideran ajustes. Bolivia mantiene uno de los niveles más altos, reflejo de altos costos de financiamiento.
El riesgo país de América Latina se redujo de 425 puntos a finales de 2024 a 401 al cierre del primer semestre de 2025. No obstante, Bolivia, con 1.877 puntos, sigue ocupando el segundo lugar más alto de la región, solo detrás de Venezuela (18.156 puntos), lo que refleja graves restricciones sobre su acceso a financiamiento externo.
Desigualidades regionales: algunas economías mejoran, otras persisten en riesgo
Ecuador encabezó la mejora regional, reduciendo su spread de 1.200 a 814 puntos, impulsado por un entorno político favorable tras las elecciones. Brasil y México también redujeron el riesgo moderadamente, lo que impulsó el promedio continental hacia abajo.
Argentina, por su parte, aumentó su spread de 635 a 701 puntos, reflejando tensiones macroeconómicas persistentes. En contraste, Uruguay, Chile y Perú registran los spreads más bajos del continente (86, 118 y 154 puntos respectivamente), mostrando una notable estabilidad
Bolivia: segundo riesgo más elevado de la región
Bolivia, que inició el año con 2.087 puntos, mejoró levemente a 1.877 puntos al final del semestre, pero sigue siendo la segunda nación latinoamericana con mayor costo de endeudamiento después de Venezuela.
Estos niveles reflejan la continua desconfianza de los inversionistas, traducida en tasas de interés más altas para la deuda soberana y menor acceso a financiamiento en los mercados globales.
Impactos concretos en la economía nacional
Un riesgo país elevado implica un aumento significativo del costo de financiamiento para Bolivia. Cada punto en el spread representa un incremento en los intereses que debe ofrecer el país para captar deuda soberana.
En la actualidad, el nivel de 1.877 puntos genera una necesidad de ofrecer hasta casi 19 puntos porcentuales más en interés respecto a los bonos de Estados Unidos, encareciendo cualquier acceso a mercados internacionales y restringiendo las posibilidades de refinanciamiento.
Esta situación afecta no solo la emisión de deuda pública, sino también a empresas y proyectos privados que dependen de condiciones favorables en financiamiento externo. El aumento de tasas presiona el presupuesto nacional, reduce la inversión y ralentiza la ejecución de obras estratégicas.
Aunque el riesgo país promedio de América Latina mostró signos de mejora, los contrastes entre naciones revelan fragilidades profundas. Bolivia continúa empantanada en niveles críticos, lo que encarece su financiamiento y limita su inserción en flujos de inversión internacional. Superar esta barrera es esencial para descomprimir las finanzas públicas, reducir costos de deuda y activar proyectos productivos que permitan dinamizar el crecimiento sostenible del país.