La industria del acero en América del Sur enfrenta una crisis que pone en jaque su desarrollo, y el principal señalamiento recae sobre China.
A inicios del siglo XXI, la región soñaba con consolidar su sector siderúrgico como pilar económico, pero hoy sufre los embates de un acero chino de dudosa calidad, producido en hornos de inducción, que no solo compite deslealmente por su bajo precio, sino que también compromete la seguridad de construcciones públicas y privadas. En Bolivia, particularmente en Santa Cruz, esta problemática está afectando a las empresas locales y generando preocupación en el sector.
Un informe reciente señala que, a pesar de restricciones en varios países por su calidad deficiente, se han detectado hornos de inducción operados por ciudadanos chinos en el municipio de Warnes, Santa Cruz. Estas instalaciones producen acero que impacta negativamente tanto al mercado local como al importado legalmente. La falta de controles rigurosos en Bolivia agrava la situación, ya que este material, considerado inferior, se utiliza en obras sin suficiente supervisión.
Organizaciones como la Confederación de Empresarios de Bolivia y la Cámara Nacional de Industrias han exhortado a las autoridades a implementar una fiscalización efectiva para regular la comercialización de este acero chino, cuyo impacto ya se siente en otros países de la región. Expertos como los ingenieros Luis Callaú y José Padilla insisten en que el Instituto Boliviano de Normalización y Calidad (IBNORCA) debe reforzar los controles de calidad, no solo en la producción local de Warnes, sino también en las importaciones a nivel nacional.
Hace años, países como Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Bolivia y Perú apostaron por fortalecer su sector manufacturero para reducir la dependencia de la exportación de materias primas. La idea era generar empleos mejor remunerados y de mayor cualificación, dado que el comercio de commodities ofrece menos valor agregado. El acero, esencial para construir desde puentes hasta electrodomésticos, se perfilaba como el motor de esta transformación.
En 2000, América Latina producía el 6,6% del acero mundial, según la World Steel Association, y exportaba a China más de 160 mil toneladas, el doble de lo que importaba. Sin embargo, el sector no logró consolidarse. La producción regional, que alcanzó un pico de 67,6 millones de toneladas en 2011, cayó a 58,3 millones en 2023, representando apenas el 3,1% del total mundial, un descenso significativo desde el inicio del siglo. Esta crisis amenaza los 1,4 millones de empleos que genera la industria, y el principal factor, según los expertos, es la competencia desleal de China.
El impacto del acero chino
La Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero), con sede en Brasil, denuncia que China ha saturado la región con acero a precios irrisorios, lo que ha llevado a varias siderúrgicas a suspender operaciones en 2024 y 2025. Un caso emblemático es el de Huachipato, la mayor productora de acero en Chile, que anunció el cierre indefinido de su planta en marzo de 2024. Alejandro Wagner, director de Alacero, explica que, mientras factores internos han complicado el desarrollo del sector, el verdadero problema es la producción masiva china, que creció un 700% entre 2000 y 2023, pasando de representar el 15% al 54% del acero mundial.
China no solo produce más acero que el resto del mundo combinado, sino que lo exporta a precios por debajo del mercado, haciendo inviable la competencia. En 2000, América Latina exportaba 160 mil toneladas a China y recibía 80 mil; en 2023, las exportaciones a China cayeron un 94%, mientras que las importaciones de acero chino se dispararon un 8,690%. Esto ha generado un proceso de desindustrialización en la región, con casos críticos como el de Huachipato en Chile, que reportó pérdidas de 279 millones de dólares en 2023 y consideró insuficiente el arancel del 15,3% impuesto a las importaciones chinas.
En Brasil, la siderúrgica Gerdau también anunció suspensiones temporales en su planta de São José dos Campos, citando la fuerte competencia china. Alacero advierte que estas medidas buscan evitar cierres definitivos, pero la situación podría extenderse a países como Argentina y Colombia si no se toman medidas.
¿Por qué el acero chino es tan barato?
El acero chino es más económico debido a los subsidios estatales y a una producción excesiva. Según Cory Combs, analista de Trivium China, Pekín priorizó la siderurgia como motor económico, creando miles de fábricas y generando millones de empleos. Entre 2000 y 2023, la producción china pasó de 128,5 a 1.014,6 millones de toneladas. Incluso cuando la demanda interna disminuyó, las acereras siguieron operando, generando un excedente que se exporta a bajo costo. Este modelo ha dado lugar a fenómenos como las «ciudades fantasma», proyectos de construcción masiva para impulsar el PIB.
El impacto en América Latina
De los 90 millones de toneladas de acero que China exportó en 2023, América Latina recibió 10 millones, una cantidad significativa para una región que produjo 58 millones. A diferencia de países como India, Estados Unidos o la Unión Europea, que han impuesto aranceles de hasta el 25% para contrarrestar el dumping chino, en América Latina solo México ha adoptado medidas similares. Brasil aplica aranceles de entre el 10% y el 12%, y Chile uno del 15%, insuficientes para equiparar precios. Además, el temor a sanciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que a menudo falla a favor de China, limita las acciones de la región.
Una oportunidad en la sostenibilidad
A pesar de la crisis, hay optimismo. Wagner destaca que el acero latinoamericano es más limpio, emitiendo un 45% menos de CO2 por tonelada que el chino, cuya producción depende del carbón. El transporte transoceánico triplica las emisiones asociadas al acero chino, lo que podría convertirse en una ventaja competitiva a medida que el mundo avanza hacia la neutralidad de carbono. Con una industria operando al 60% de su capacidad, América Latina tiene un potencial de crecimiento del 40%, lo que podría revertir la desindustrialización y fomentar empleos de calidad.
Opinión experta: Luis Callaú
Callaú explica que los hornos de inducción, como los usados en Warnes, funden chatarra sin eliminar impurezas, a diferencia de los hornos de arco eléctrico (EAF), que refinan el acero mediante escoria. En plantas como la de Min Xin en Warnes, sería necesario complementar el horno de inducción con un EAF para garantizar calidad. En contraste, siderúrgicas como Las Lomas y Mutún emplean procesos más avanzados para producir acero de mayor pureza. IBNORCA establece normas internacionales para las propiedades mecánicas del acero, como resistencia y fluencia, medidas en megapascales (MPa), que deben cumplirse para garantizar su calidad en aplicaciones como barras de construcción.
En resumen, el acero chino de baja calidad, producido a gran escala y a precios imbatibles, está desestabilizando la industria siderúrgica sudamericana. La región enfrenta el desafío de implementar controles estrictos y políticas comerciales efectivas para proteger su mercado y aprovechar su ventaja en sostenibilidad, con el objetivo de revitalizar un sector clave para su desarrollo económico.