Factores como la incertidumbre financiera y la caída de la confianza en las divisas impulsan el valor del oro a nuevos máximos.
Durante los últimos meses, el oro ha experimentado un aumento sostenido en su cotización, alcanzando un nuevo techo histórico en los mercados internacionales. Este incremento está directamente relacionado con factores como la inestabilidad económica en las principales economías del mundo y las políticas monetarias adoptadas por los bancos centrales, que buscan controlar la inflación pero a menudo generan incertidumbre entre los inversionistas.
Uno de los principales motivos detrás de este auge en el precio del oro es la creciente desconfianza en el dólar estadounidense, exacerbada por las tensiones comerciales y políticas entre Estados Unidos y otros países. Los inversores buscan refugio en activos que tradicionalmente han sido considerados seguros, como el oro, ante la posibilidad de una desaceleración económica global. Además, el contexto geopolítico actual, marcado por conflictos en varias regiones, ha intensificado la percepción de riesgo en los mercados. La guerra en Ucrania y las tensiones en Medio Oriente han llevado a los inversores a redirigir sus capitales hacia el oro, lo que ha provocado una mayor demanda del metal.
Expertos del mercado señalan que este escenario de alta demanda podría mantenerse a corto plazo, especialmente si los bancos centrales continúan con sus políticas de tasas de interés bajas o inyecciones de liquidez, lo que podría mantener la inflación en niveles altos. A su vez, el oro, al no estar vinculado a una divisa específica, ofrece una alternativa atractiva frente a la volatilidad de los mercados de divisas.
Por otro lado, el impacto de la crisis climática y la transición hacia energías renovables también ha aumentado la demanda de metales preciosos como el oro, necesario para tecnologías avanzadas. Estos factores se suman a la presión sobre los precios, impulsando aún más su cotización en los mercados.